merceroura

la rebelión de las palabras


6 comentarios

Vivir con todas las consecuencias


Vivir es el zarandeo, el balanceo insoportable de una tarde de dudas y el sopor de un domingo tan plácido que imaginar que se acabe resulta casi inaceptable. Es esa calma que encuentras cuando te haces amigo de lo inevitable y tomas impulso para ser más tú que nunca. Aunque suene mal lo que dices y no guste nada lo que haces y menos lo que piensas, pero eso sea tu pensar, tu decir y tu hacer.

Porque vivir también es abrir el frasco y soltarse, dejarse ir a ver qué pasa, dejar que suceda, que salga todo, lo oscuro y lo luminoso, lo que nos atrapa y lo que nos libera, lo que nos asusta y lo que nos hace sentir auténticos. Vivir y aceptar todas las consecuencias de sentir, de ser, de encontrar tu coherencia y respetarla. Elegirte a ti mismo entre la barbarie de propuestas que te instan a fingir, a parecer, a disimular, a vivir otras vidas que no son la tuya ni te llenan. 

La vida premia la coherencia, el dejar de tragar porque toca, porque si no quedas mal y te apuntan con el dedo. Premia el parar para repostar y cambiar de camino porque el que llevas está agotado como tú. Premia el valor de vivir sin manual y aceptar las consecuencias de salirse de la horma y pensar más allá del redil y del cuadrado que nos han fijado para no romper esquemas. Premia el sentir y el arriesgarse a notar el miedo del que huimos sin querer conocer, cuando está claro que siempre nos dará caza. Premia el quedarse detenido en este ahora y notar el viento, el renunciar a lo que nos amarga y hace daño aunque eso implique la soledad absoluta, el mirar dentro y reconocerse… La vida premia el amor a uno mismo, el respeto por la vida misma y los que habitan en tu mundo. El compartir y compartirse a otros en todos los aspectos. El sentirse absolutamente digno y merecedor de lo mejor aunque todo lo que nos rodea parezca afirmar lo contrario. 

No es fácil dar un golpe en la mesa y decir basta. Plantarse una mañana ante tu vida y hacer limpieza de cajones y soltar la basura que acumulas y que te retiene en ese lado de la vida donde nunca pasa nada y cuando pasa es un golpe seco que te deja destrozado. Dejar de necesitar que te rompan para descubrir que no te merecen, dejar de necesitar que te humillen para forzarte a reconocer tu propia dignidad, dejar de necesitar que te ignoren para acabar haciéndote caso y escuchándote. Dejar de necesitar que todo salga al revés para darnos cuenta de que los que estábamos del revés éramos nosotros y no nos dábamos cuenta del gran valor que tenemos.

Dejar de necesitar caer y llegar a ese momento en el que parece que no tienes nada a lo que agarrarte y te encuentras a ti mismo. Tú eres el amarre que necesitas, eres tu impulso. Lo llevas dentro y la vida tenía que dejarte sin camino para que descubras que tú eres el camino y que el plan no era encontrar nada ahí afuera sino dentro… El plan eres tú y siempre lo has sido. Y la meta era encontrarte contigo y estar de tu parte. Porque solo vamos a encontrar consuelo en nosotros mismos.

A veces, necesitamos que pasar frío para descubrir que somos nuestro abrigo.

Necesitamos llevar una carga muy pesada para que no tengamos más remedio que soltarla.

Necesitamos quedarnos solos para aprender a hacernos compañía.

A veces, necesitamos que no sea fácil para darnos cuenta de que somos nosotros quiénes nos complicamos la vida.

 

Gracias por leerme… Escribo sobre lo que siento o he sentido y el camino que he hecho hasta llegar aquí (aunque todavía estoy a medio camino de algún lugar). En este camino he aprendido poco a poco a aceptarme y amarme (aún me falta mucho, soy consciente).

 

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”.

 

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

 

Disponible aquí 

 

amazon llibre merce amazon

 

Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional. 

 

www.merceroura.es 

 

Tengo un programa para ti para poder tomar decisiones y salir de bucle en que te encuentras. Un entrenamiento para hacer una transformación duradera en tu vida y ver resultados.

 

Consulta aquí 


3 comentarios

Al otro lado de ti mismo


landscape-4684217_640

Todos queremos sentirnos bien con nosotros mismos y vivir en paz. Lo que pasa es que no todos estamos dispuestos a hacer que eso sea posible. Vivir la vida que sueñas o una versión que se asemeje, exige tomar decisiones y algunas de ellas son complicadas. No porque tengamos que llevar a cabo mil acciones, sino porque requiere un cambio de mentalidad, un cambio de percepción sobre la vida general que se basa en renunciar a muchas de las creencias y hábitos que han sido pilares en nuestra vida y, por supuesto, actuar…

Es cierto, a veces con decir un «no» basta, pero nos sentimos incapaces de ello, porque eso nos supone negar todo lo vivido hasta ahora y ver que hemos puesto los cimientos de nuestra vida en algo que no era real, que nos perjudicaba o nos cerraba puertas. Que nos hemos aferrado a una versión de lo que es la vida que nos hace sufrir y no nos abrimos a aceptar otras posibilidades… Otras veces, ya hace tiempo que nos hemos dado cuenta de que ese manual de normas que hemos seguido hasta ahora no nos sirve, pero pensamos que renunciar a él es rendirse, perder, asumir que no tenemos la razón o negar a las personas que nos lo inculcaron con toda su buena intención y que se verán decepcionadas por ello.

A veces no vivimos la vida que soñamos porque sabemos que no es la vida que otros han soñado para nosotros y no queremos decepcionarles. Preferimos traicionarnos a nosotros mismos y seguir tragando vida a medias o vivir una vida plena y arriesgarnos a perder a personas que amamos o quedar mal ante un mundo que parece que nos mira de reojo esperando que fallemos o caigamos en una contradicción. Somos incoherentes con nuestras necesidades y deseos para no salir de la norma o hacer el ridículo o ser objeto de crítica… Nos montamos un juicio en nuestra cabeza cada día y decidimos condenarnos y culparnos hasta el infinito. La culpa nos invita a castigarnos continuamente y a privarnos de lo que deseamos. 

Te sientes mal porque no haces lo que sueñas. Te sientes mal porque sí lo haces y con ello decepcionas las expectativas de algunas personas que te dijeron cómo debías ser para caminar por la vida según sus miedos y limitaciones, que ahora ya son tus miedos y tus limitaciones… Te sientes culpable por no hacer nunca suficiente, por no hacer perfecto, por descansar, por fallar, por no estar atento, por no demostrar, por dar y no recibir, por pedir ayuda y por no pedirla, por insistir y por no insistir… Siempre culpable hagas lo que hagas, entre la espada y la pared, como si huyeras del castigo castigándote tú. 

La vida te confronta constantemente con lo que te asusta para que lo abraces y te des cuenta de que no hay para tanto y que puedes pedir ayuda y no pasa nada… Que muchas de las calamidades inevitables son fruto de tu mente y que hay muchas posibilidades que nunca exploras porque estás obsesionado mirando a siempre al mismo lugar. 

Queremos cambiar sin movernos o moviéndonos constantemente pero sin saber a dónde ir, sin enfocar hacia dónde… Nos hacemos trampa y hacemos locuras para demostrar que somos osados, pero nos reservamos no actuar ante aquello que realmente nos da miedo. El verdadero cambio siempre está en la percepción de lo que es tu vida… Si hoy te encuentras ante una encrucijada y te das cuenta de que hace dos años te hubieras desesperado y ahora sin embargo, tienes miedo, pero no te dejas llevar por el desamparo, es que has evolucionado, que te has quitado capas y dejas que ese ser que está en ti oculto tras la máscara salga a pasear cada vez más. Queremos cambiar usando los mismos pensamientos terribles de siempre, sin cuestionarnos si nos limitan, sin cuestionarnos si nos hacen daño y nos muestran una versión de nosotros mismos reducida y hambrienta. Queremos cambiar sin salir de ese secuestro mental al que nos someten nuestras creencias y nuestros hábitos, sin mirar bajo la cama para descubrir que no hay monstruos ni acercarnos a aquello de lo que llevamos toda la vida huyendo. 

Nos asusta notar ese vacío que tenemos dentro y que intentamos llenar con todo tipo de sensaciones y tapar con parches. Compramos algo caro o algo tan barato que parece que hayamos burlado la economía de mercado… Cenemos algo delicioso, nos apuntamos a un curso muy zen para encontrarnos a nosotros mismos… Salimos a bailar, vamos de cama en cama, hacemos todo tipo de terapias que nos ayudan pero no nos sacian, seguimos un plan de objetivos a rajatabla, nos esforzamos mucho para tener éxito… Hay una larga lista de cosas que hacemos y que son maravillosas (algunas muy recomendables) pero que nunca taparan el boquete interior por el que se desangra nuestra autoestima sino somos conscientes de que la vida nos pide parar y notar esa soledad, ese vacío, eses dolor, ese miedo… Si no nos sentamos a escucharlo y ver de dónde viene y a dónde nos pide que vayamos… Y cuando lo haces, llega la sorpresa, el curso zen tiene sentido, la cena deliciosa es un hábito, las lista de objetivos se redefine y flexibiliza y el traje caro o barato que queremos comprar se convierte en una elección, no en una compra compulsiva destinada a pasar el rato teniendo la sensación de hacer algo para matar la angustia de sentirse insuficiente…

Queremos cambiar de árbol, pero nos negamos a soltar la rama en la que nos sujetamos desde siempre. Y no hablo de saltar al vacío, hablo de abrir esa posibilidad en tu mente y bailar un rato con ella, de abrirte a la incertidumbre y recalcular tu ruta, cuestionarte todo lo que crees que sabes y tienes claro y vivir cinco minutos en la duda.

El gran riesgo no es dar el salto al vacío, es atreverse a pensar de un modo distinto. Cambiar tu percepción de lo que es la vida, de lo que es tu vida… Todos queremos vivir en paz con nosotros mismos pero a menudo no estamos dispuestos a pagar el precio que supone esa paz. No estamos dispuestos a tomar las decisiones que nos llevan a ella y renunciar a la comodidad de vivir en un conflicto interior constante que nos hace sufrir, pero que nos permite satisfacer al mundo con una versión  más conveniente de nosotros mismos basada en un personaje que no molesta ni suscita críticas.

Cambiar no significa repudiar lo que eres, al contrario. Se hace necesario abrazar lo que temes, lo que sientes, lo que has vivido y amar a ese personaje que has construido para poder soportar el dolor de sentirte vulnerable e indefenso, para que nadie sepa lo mucho que te asusta ser tú. Ese personaje es la piel que usas para sobrevivir mientras no te permites vivir de verdad. Es la máscara que llevas mientras no te decides a aceptar lo que realmente eres, lo que realmente sueñas, y te atreves a mirar la vida de otro modo. Sin culpa, sin marcharcarte con esos pensamientos de ataque que no ser irán enseguida pero que puedes aprender a cuestionar y aceptar…

El gran cambio que esperas en tu vida consiste en quedarte contigo y verte de otro modo. Valorarte y amar lo que eres… No va de dejar de tener miedo, es bailar con él, atravesarlo y usarlo para llegar al otro lado de ti. Al otro lado de tu vida donde hay posibilidades y oportunidades… Donde pasa lo mismo pero tú eres capaz de mirarlo y valorarlo de otro modo porque confías en ti. Donde puedes sentir que mereces lo mejor y permitirte soñarlo. 

Gracias por leerme y confiar en lo que escribo.  

Si quieres saber más sobre autoestima te recomiendo mi libro Manual de autoestima para mujeres guerreras”

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Si realmente quieres un cambio en tu vida, tengo una propuesta para ti. Un programa para tomar decisiones y salir de bucle en que te encuentras. Un entrenamiento exclusivo que en 40 días te permitirá reconocer tu potencial e ir borrando poco a poco las creencias y hábitos que frenan tu autoestima y tu evolución… ¡Echa un vistazo y toma ya esa decisión que puede cambiar tu vida! ¿Te acompaño?

Toma decisiones y cambia tu vida en 40 días 

Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional. 

Consulta mi web www.merceroura.es 


13 comentarios

Ejerce de ti mismo


stop-2

Es curioso como cuando crees que has dado un paso de gigante, la vida te demuestra que todavía no sabes nada… Que todo lo andado es aún un corto trecho comparado con lo que te falta…Y entonces, debes parar para darte cuenta de muchas cosas que no ves porque estás empeñado en tomar velocidad y llegar antes… Cuánto más te apuras, más lento va todo… La velocidad de los cambios en tu vida es inversamente proporcional a tu desesperación, tu necesidad y tu impaciencia…

Estamos en un momento en el que se valora poco la pausa, porque todo va muy deprisa y nos sentimos increpados para actuar, sea como sea. Sin embargo, hay ocasiones en las que si no paras y tomas conciencia, es como si deshicieras el camino andado y te perdieras a ti mismo. No sólo importa el para qué haces las cosas sino desde dónde las haces… Si te interesa sólo llegar o qué estás dispuesto a dejar por el camino.

Llevo días dando vueltas a todo lo aprendido y buscando la pieza del rompecabezas que me falta… La que soy capaz de descubrir hoy y ahora y que ayer no veía porque no sabía lo suficiente para verlo… A veces, en cuestión de horas ves la luz que antes estaba oculta. Me faltan aún muchas más piezas, puede que incluso tenga que pasar pantalla y cambiar de rompecabezas. Eso pasa, en este camino de autoconocimiento, cuando llegas a lo que creías que era la cima, descubres que era solo en campo base y que antes de poder subir, tienes que bajar mucho todavía a un inframundo donde nada es lo que parece.

Ahí dentro, a plena consciencia, hay instalado una especie de juego de espejos donde lo pequeño se deforma y parece enorme y lo grande se distorsiona hasta rodearte y casi desaparecer. Algunas sensaciones te envuelven tanto que empiezas a vivir en ellas y te olvidas de que están allí, pendientes de sentir y entender. Como si al meterte en el bosque olvidaras a dónde quieres llegar porque te quedas sumido entre la maleza… Como si creyeras que eres el bosque y siempre has estado ahí.

El caso es que he topado con mi falta de coherenciaCasi me duele al escribirlo, lo admito, pero creo que la única forma de superarlo y continuar es admitir y aceptar… ¿Cómo no lo he visto antes? tal vez porque he vivido inmersa en ella, nadando en ella, creyendo que lo habitual es sueño, confundiendo la comodidad con la felicidad. Analizándolo todo desde la razón sin recordar que esto va más de sentir que de pensar.

Con la sensación de que empecé este camino para ser feliz y en algún momento me lié un poco  y ahora sufro por no llegar a una meta que no es mi meta. A menudo, tomamos metas prestadas y soñadas por otros porque no confiamos en las nuestras, pero no porque no sean válidas sino porque no nos valoramos a nosotros mismos.

Somos muy incoherentes y ni siquiera nos damos cuenta porque nos pasamos gran parte del día sin ser auténticos. Hemos interiorizado tantas rutinas y hábitos que ponemos el piloto automático para poder centrarnos en lo que creemos es importante o en lo que más nos preocupa. A veces, lo que más nos angustia no existe más que en nuestra mente y puede que no llegue a pasar nunca, pero nos gusta imaginar que pasa porque así nos ponemos la zancadilla a nosotros mismos… Crees que ya sabes mucho sobre ti y te sorprendes poniéndote saboteándote y  entrando en un bucle de pensamientos absurdos y lúgubres…

Hacemos un trabajo intenso para conocernos y repasamos cada detalle pasando por alto todo eso que hacemos de forma inconsciente y que constituye un alto porcentaje de vida diaria, casi un 90 por ciento…Vivimos fuera de nosotros y dejamos que la rutina decida a donde vamos… Dejamos que el ego se adueñe de nuestros pensamientos y  dicte nuestro diálogo interior….

Lo digo porque puedes pasarte meses o años sacando de ti el lastre de las creencias limitantes que llevas instaladas y no caer en la cuenta de todas la pequeñas costumbres que se derivaron de ellas y que aún siguen vigentes en tu vida.

Te amas mucho más a ti mismo, pero sigues recortándote las alas cada día en pequeñas decisiones que tomas porque siempre lo has hecho así y no les prestas atención…

Algunas de esas cosas se cambian al tomar decisiones importantes y hacer grandes renuncias o como consecuencia ineludible de ello. Otras, las seguimos llevando a cabo sin percatarnos de que pertenecen a otra persona, esa que éramos antes de tomar las riendas de nuestras vida… Esa que eres cuando no te dejas llevar por el miedo, por la angustia, sin todas la capas de piel que te pusiste para protegerte y que no te permiten sentir nada…

Es como si hubieras abolido la norma, pero aún quedaran por ahí las señales de tráfico que la hacían posible y no las viéramos por la costumbre de ir viajando por la vida con el piloto automático sin fijarnos en nada…

Como un volver a empezar en todo y buscar la coherencia entre lo que piensas ahora y lo que haces…

¿Estás dispuesto a revisar tu vida para ver si te pillas en falso?

El trabajo por hacer es inconmensurable… No sólo se trata de desaprenderlo todo sino de instalarse un software nuevo  y aprender cómo funciona para no dejar que cuando nos venza en cansancio y la tentación nos invite a recuperar el antiguo…

Vivimos asustados y las personas asustadas se convierten en autómatas del ego, miran con los ojos prestados y evalúan con la avaricia del que teme perderlo todo, aunque a veces no lo parezca. Decidimos no ir a un lugar donde nos invitan y nos decimos a nosotros mismos que es porque no nos apetece, cuando en realidad, lo que rehuimos es ponernos en según qué situaciones porque nos da asusta fallar, fracasar, no estar a la altura…

Deberíamos revisar cada acto que en que nos implicamos para descubrir si lo hacemos desde el amor o desde el miedo. Si nos estamos escondiendo o no. Si nos exponemos para demostrar algo, si nos enfadamos porque nos toca la fibra, si nos vence la rabia o la envidia o por el contrario, es nuestra decisión es sana y sincera y tomada desde la convicción de alguien que escoge su vida.

Si nos da por aceptar aún cosas que no merecemos. A pesar de saber que somos dignos de amor y respeto y haber trabajado mucho para respetarnos… ¿Aceptamos chantajes? ¿permitimos que no nos traten con bien? ¿hacemos cosas que no deseamos para ser aceptados?

Vale la pena revisarlo, por si aún estamos usando palabras viejas y tristes en nuestro nuevo yo positivo y motivado…

Si tratamos a los demás como queremos que nos traten o a veces aún pensamos que nos tienen manía o hay una conjura contra nosotros… Si atacamos antes de ser atacados porque nos preocupa ser vulnerables cuando esta etapa ya está superada…

Tengo que darme cuenta de si guardo cosas viejas es realmente para volver a usarlas porque son útiles o porque me agarro a ellas… Si vivo con apego o si fluyo… Da igual si son recuerdos o ropa usada que ya no van conmigo. Si almaceno lo gastado y no libero espacio para dar paso a lo nuevo…

Si me impongo pequeños castigos por culpas que arrastro desde que era niña y me sentía un estorbo… Si cuando voy a casa de según quién o entro en según qué lugares aún me tienta esconderme en el rincón para pasar desapercibido… ¿Qué arrastro aún? ¿no había soltado esta carga? Será cuestión de saberlo para afrontarlo o ser consciente de ello para cambiar esa sensación…

Si no acabo de olvidar ni perdonar a pesar de haber dado un abrazo… Si cuando veo su cara en las fotos, siento un zarpazo en el pecho y le echo de menos y me siento amenazado, triste, abandonado… Si aún no he entendido que cada uno hace lo que puede en su momento y actúa lo mejor que sabe y que sea lo que sea es lo que tenía que pasar…

Hasta entender que al mundo que hay ahí a fuera, es el mundo que yo llevo dentro. Y mis pasos por la vida son un reflejo de los pasos que doy dentro de mí para llegar a mi esencia.

Tengo que saber si sufro en balde aún porque creo que sufrir es necesario para conseguir algo que sueño, si dentro de mí algo todavía me dice que hay que soportar la indignidad para expiar alguna culpa heredada de no sé qué tradición… Si a pesar de que me parece una barbaridad, todavía me encuentro en un momento de distracción con algún pensamiento recurrente que refuerza la idea de que si eres feliz lo pagarás caro y caerá sobre ti una plaga divina porque has venido al mundo sufrir ya que la vida es un valle de lágrimas…

Intento pensar si todavía tengo miedo a hacer algo porque no lo aceptarán y criticarán mis pasos, porque tal vez siento todavía el runrún de necesitar que me valoren y encajar en este mundo en el que nadie encaja y todos disimulan.

Y  tal vez, me apego a algo que no quiero soltar que en realidad no es mío porque nada es de nadie y no lo dejo ir porque así reafirmo mi dependencia…

¿A qué no me atrevo? ¿Qué me callo? ¿qué acumulo?

Y tú ¿Lo haces? ¿Te guardas lo bueno? ¿escondes tu talento? ¿no brillas por temor a molestar? ¿compartes tus habilidades? ¿te encierras en ti mismo porque temes decepcionar?

Tenemos un montón de comportamientos instalados en la entrañas, creencias que no nos cuestionamos porque parecen sólidas, pensamientos prestados, habitaciones interiores llenas de polvo donde nunca entra el aire fresco… Corrientes de aire en el pecho esperando que alguien cierre puertas y selle ventanas…

Nos reiteramos una y otra vez en lo que no queremos porque nos sentimos incapaces de parar máquinas y resetear motores…

A veces, hace falta prestar atención a todo para darle la vuelta y descubrir cómo ese fantasma del pasado está presente en los pequeños actos de cada día…

Otras, basta con decir en voz alta el pensamiento al que damos vueltas o poner palabras a esa emoción para ver que no sirve, que es una barbaridad, que no se sustenta…

Es más importante de lo que parece… Es lo que marca la diferencia entre quedarse en la teoría o llevar a la práctica y vivir en consecuencia. Lo cambia todo… Somos lo que pensamos y lo que hacemos con nuestros pensamientos…Vale la pena afinar y aprender más, hacer un máster en ti mismo, dominar la técnica de conocerte para poder motivarte y amar cada una de tus fibras…

Si vemos la vida con ojos nuevos, tenemos que vivirla de esa forma, al cien por cien…

Sentirlo todo con ese nuevo ser que nos habita…Sentir que vives de forma coherente, a conciencia, porque eso te ayudará a reafrimar tu nuevo yo y subir un escalón más en la vida, tanto personal como profesional.

Has ido más allá, has indagado en ti, ya sabes tus porqués  y para llegar a tu máxima potencia, necesitas dejar de vivir a medias.

No te escatimes los detalles que pueden hacerte llegar a la excelencia en tu vida.

chica-baila

No es fácil, supone compromiso y trabajo. A veces, te sorprenderás  dejando de hacer algo que pensabas que hacías porque era bueno para ti y en realidad era un peaje que pagabas para gustar y encajar, para no defraudar a otros.

Otras veces, podrás seguir haciéndolo, pero sintiendo algo distinto, con otra mirada, redescubriendo a personas y actividades que ya no serán lo mismo porque las harás desde otro punto de conciencia. Lo importante es descubrirlo y decidir…

Tal vez un día te encuentres bailando después de media vida pensando que tú no bailabas…

Todo sirve si lo haces porque te hace vibrar, todo sirve si cuadra con tu nueva forma de ver la vida… Sin estar sujeta al miedo, sin ponerte filtros para esconderse o no aparentar…

Todo vale si dentro de ti sientes que va con tus valores. Si sientes que te contradice, tienes que soltarlo.

Necesitas practicar en tu nuevo yo, porque si no, el antiguo, que lleva años en el poder automatizando tu vida desde la inconsciencia, tomará el control de nuevo y te llegarán las dudas, el cansancio, la desmotivación…

Por eso es importante revisar cada detalle de tu vida, para saber si está coherencia con lo que eres y lo que sientes.

Tienes que conseguir que tu piloto automático se ponga de tu parte y trabaje desde el amor y no desde el miedo…

Y lo más complicado hacer todo esto desde la confianza en tu capacidad y siendo bondadoso contigo y con lo que te rodea para no culparte ni tirar la toalla, para no caer en una obsesión. Para poder fluir siendo tú. Para ejercer de ti mismo cada momento de tu vida…