El día que ya no tengamos miedo caminaremos por la cuerda floja y compartiremos todas las ideas brillantes que nunca nos permitimos compartir. Bailaremos sin temor al ridículo y treparemos por el muro para ver qué hay al otro lado.
Será ese día en que nos atreveremos a decir que no y nos subiremos a la silla para que todos lo oigan y sepan que no estamos en venta. Contaremos todas nuestras anécdotas absurdas que siempre hemos creído que hacían gracia a cualquiera que pase a nuestro lado más de cinco minutos. Le pediremos una cita a quién amamos en silencio y le aguantaremos la mirada esperando respuesta.
El día que ya no tengamos miedo nos podremos ese vestido guardado que muestra una parte generosa de nuestra anatomía imperfecta y el tacón más alto. Entraremos en la reunión cuando ya haya empezado y todos verán nuestra silueta pasar ante sus caras. Levantaremos la mano para preguntar todo lo que no entendemos a riesgo de que algunos nos tomen por memos. Entraremos en esa habitación cerrada con llave donde habitan nuestros fantasmas para abrir las ventanas y dejar que pase el aire y borre nuestras amarguras más rancias. Jugaremos esa partida y subiremos a la roca con la vista más hermosa y vertiginosa que encontremos.
El día que ya no tengamos miedo les diremos a todos que tenemos un secreto guardado y airearemos nuestras faltas. Les contaremos nuestras miserias y relataremos nuestros errores más rotundos. Hablaremos hasta reventar aún a riesgo de parecer pesados. Es más, lo seremos y mucho, porque ya no soportaremos estar callados para no molestar.
Nos comeremos la última aceituna y probaremos la nata del pastel con el dedo índice ante el asombro de todos. Ese día igual seremos un poco maleducados como efecto rebote después de tanto esperar y callar. Nos convendrá recordar que los demás no tienen la culpa de nuestro letargo y que fuimos nosotros quién escogió vivir acongojados por considerarnos un estorbo que en realidad nunca fuimos.
El día que ya no tengamos miedo saltaremos al vacío sin red y correremos aún sabiendo que llegaremos en último lugar en la carrera. Dejaremos que la lluvia nos cubra y el sueño nos alcance de madrugada, cuando no nos quede suelo por pisar ni regla por romper. Cuando hayamos roto todos los tabús y ya no llevemos el corsé de la angustia. Por si el día siguiente al día que ya no tengamos miedo resulta que al levantarnos estamos arrepentidos. Por si el temor vuelve y se hace hueco en la conciencia y siembra dudas en nuestra mente inmaculada por lo que a la felicidad o la valentía respecta…
Vivimos pensando que hay cosas que un día tendremos el valor de hacer. Situaciones que con el paso del tiempo sabremos afrontar. Como si en algún momento de un futuro cercano, fuéramos a hacer un “clic” en nuestra cabeza y encontrar las claves de lo que es bueno o malo. Como si ese día nos fuera a poseer un espíritu libre y capaz de afrontar la vida… Como si ese mismo día, nos fuéramos a levantar con el valor necesario para marcar una circunferencia a nuestro alrededor y decidir qué la atraviesa y qué no. Es el día en que siempre pensamos que seremos felices. No porque todo vaya a ser perfecto sino porque seremos lo suficientemente sabios como para plantarle cara a la vida. Porque nos amaremos lo suficiente como para decir no y dejar de permitir ciertas conductas sobre nosotros que nos duelen y socavan. El día que ya no tengamos miedo y dejemos a todos con la boca abierta con nuestra pericia e ironía… Y cuando nos miren aquellos que nos critican, bailaremos ante su cara con indiferencia.
Seamos sinceros, ese día es un refugio. Una excusa para no moverse ahora. Un mantra irreal que repetimos y nos permite pasar los días postergando el momento de decirnos a nosotros mismos que somos sólo lo que nos atrevemos a ser. Que estamos instalados en una mediocridad plácida y que no tenemos intención de mover un músculo para rozar la gloria. Si la quisiéramos, estaríamos batallando por ella. Ya habríamos dado la vuelta a pequeñas situaciones y habríamos dicho que no muchas veces, subidos a la silla, ante el asombro de los demás. Y tal vez, habríamos trazado un círculo enorme que nos protegiera de volver a caer en el tedio y el asco.
Al paso que vamos, el día que no tengamos miedo, nos fallarán las fuerzas y no podremos trepar al muro. No recordaremos el secreto oculto que nadie conoce sobre nosotros y ya no tendremos un amor imposible al que pedirle que pase la noche en vela en un beso eterno. El día que ya no tengamos miedo no existe, nos lo inventamos para seguir temiendo y ocultarnos de nosotros mismos y nuestra desidia.
No habrá un día en que no tengamos miedo, en realidad. El miedo siempre está ahí, haciendo guardia. No importa tenerlo, lo que realmente importa es que el miedo no nos tenga. Mejor pensar en el día en que, a pesar de tener un miedo atroz, decidiremos que no vamos a escondernos más. Que merecemos vivir a pleno rendimiento. El día que digamos «ya basta» y empecemos a ser quienes realmente somos.
Gracias por leerme… Escribo sobre lo que siento o he sentido y el camino que he hecho hasta llegar aquí (aunque todavía estoy a medio camino de algún lugar). En este camino he aprendido poco a poco a aceptarme y amarme (aún me falta mucho, soy consciente).
Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”.
En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.
Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional.
Pingback: El día que ya no tengamos miedo … (de Mercé Roura) | Esas pequeñas cosas
Pingback: “Al paso que vamos, el día que no tengamos miedo, nos fallarán las fuerzas y no podremos trepar al muro.” | Ultimate Wanker Press
13 de febrero de 2015 en 20:08
«Al paso que vamos, el día que no tengamos miedo, nos fallarán las fuerzas y no podremos trepar al muro.»
Me gustaMe gusta
13 de febrero de 2015 en 19:19
Excelente post. Me ha gustado mucho, en su forma y en su contenido.
Por mi parte llevo algún tiempo pensando que una de las (pocas) cosas positivas que nos ha traído la «crisis» es precisamente esa: «darnos un emujoncito» para que seamos quienes en realidad somos y nos lancemos a volar con la certeza de que las alas que siempre han apuntado en nuestra espalda se van a desplegar por fin. En ello estamos.
Gracias Merce!
Me gustaMe gusta
13 de febrero de 2015 en 19:26
Muchas gracias! A ver si conseguimos despegar y, a pesar de los miedos que nos cercan el camino, desplegamos las alas! Un abrazo 🙂
Me gustaMe gusta
12 de May de 2014 en 19:16
Maravilloso, como todo lo que escribes…
Me gustaMe gusta
12 de May de 2014 en 19:28
Muchas gracias! Un abrazo 🙂
Me gustaMe gusta
5 de May de 2014 en 22:10
El miedo existe en nuestra mente como algo a destruir o algo que noa destruye, pero el miedo no tiene existencia, tu lo creas, tu lo puedes eliminar porque no es.
Me gustaMe gusta
23 de abril de 2014 en 9:14
Gracias Merce, es un regalo leer este artículo el día de Sant Jordi. Me has hecho ver claramente que «el día que ya no tengamos miedo no existe, nos lo inventamos para seguir temiendo…»
Me gustaMe gusta
23 de abril de 2014 en 15:08
Muchas gracias a ti. Creo que a menudo lo hacemos para postergar el día en que plantamos cara a todo. Y ese «todo» a menudo no es el mundo que nos rodea sino nosotros mismos, esa parte de nosotros que no quiere salir del caparazón porque el miedo le parece cómodo y una buena excusa o porque el miedo la paraliza… Salgamos ahora, con miedo, con pánico… Da igual!
Un abrazo 🙂
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 20:59
Reblogueó esto en Ultimate Wanker Press.
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 20:58
Sigo en el intento y me dan muchas fuerzas tus palabras. Gracias.
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 21:20
Me alegro mucho!
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 21:24
Tienes el tipo de sabiduría que me gusta > no sabes que la tienes.
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 21:33
No creas… Todos la tenemos en el fondo!
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 14:20
Que gran día sera ese que no tengamos miedo!..yo creo que no es que tengamos
Miedo..mas bien creo que somos «precavidos» por nuestra imagen ,somos
Dialogantes con nuestro entorno para que el sea generoso para con nuestros bienes..que no es ser hipócritas con nuestro entorno,sino «dialogantes con la sociedad»…y por esa precaución y ese dialogo «creamos nuestros sueños mas personales»tenemos aspiraciones,disfrutamos y penamos cuando los sacamos a la luz…así es la vida,como bien dices..pero creo que coincidimos…SI PERDIERAMOS EL MIEDO SERIAMOS MAS FELICES,MAS SERENOS Y DECEPCIONARIAMOS MENOS A LOS NUESTROS..Y A NOSOTROS…
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 14:23
Muchas gracias!
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 13:21
Gracias, Mercé. Estos artículos debieran publicarse en las escuelas de cualquier edad.
Se que no te importa, según me dijiste, pero lo he reblogueado aquí: http://etarrago.wordpress.com/2014/04/22/el-da-que-ya-no-tengamos-miedo-de-merc-roura/ y aquí: http://etfreixes.blogspot.com.es/2014/04/el-dia-que-ya-no-tengamos-miedo-de.html
Feliz martes
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 14:23
Me hace mucha ilusión!! Te lo agradezco mucho, de verdad! Un abrazo 🙂
Me gustaMe gusta
Pingback: El día que ya no tengamos miedo … (de Mercé Roura) | Las Cosas de Enrique #etarrago en Wordpress
22 de abril de 2014 en 1:26
muchas gracias me encanto tu reflexión…es una ayuda más a seguir en este humilde camino que estoy recorriendo desde hace tiempo, el de encontrarme a mi misma en lo más profundo de mi ser,de aceptarme de atreverme y de no tener miedo… un abrazo!!
Me gustaMe gusta
22 de abril de 2014 en 9:16
Me alegro de que te sirva de algo, cada uno tiene su experiencia, yo no sé mucho de nada, la verdad. Siempre he pensado que las respuestas las tenemos nosotros, a veces nos cuesta verlas o no queremos porque nos supondrían renunciar a situaciones sómodas que cuesta dejar de lado. Sigue adelante. Miedo siempre tenemos un poco, hay una parte que es buena, la del toque de atención para recordarnos que no somos dioses, claro. Lo que debemos dejar de lado, creo, es ese miedo que no te deja brillar, ser tú misma, sentirte agusto. Miedo al ridículo, a equivocarte, a destacar, incluso. El juez más severo somos nosotros demasiado a menudo. No dudo que lo conseguirás. Si no, ya no estarías aquí intentándolo.
Muchas gracias! Un abrazo!
Me gustaMe gusta
21 de abril de 2014 en 16:36
Pues creo que sí, Mercè. Y ese enfoque nos lleva de la mano a una pregunta interesante: a día de hoy, que a fin de cuentas es el único día que existe, ¿a qué le tengo miedo?
Un abrazo
Me gustaMe gusta
21 de abril de 2014 en 16:44
Cierto, hace años una amiga psicóloga me dijo que acostumbramos a ser conscientes de nuestros «pequeños miedos» (sobre todo aquellas personas a las que nos gusta indagar en nosotros mismos) pero que los «miedos grandes» esos que nos paralizan y hacen frenar nuestro camino nos los escondemos. Seguramente porque por más que razonemos sobre ello, no son racionales. Los «grandes miedos» esos en gran mayoría relacionados con la baja autoestima nos cuestan de admitir, de ver, de conocer en nostros mismos… Y por tanto, son más complicados de eliminar.
Entonces pensé que lo mejor es pensar si lo que vas a hacer respeta tus valores, si no es una locura sin sentido (ya que el miedo tiene una parte positiva ,la que nos advierte y es más ancestral) y si respeta a los demás. Y aunque asuste tanto que no puedas soportarlo… Adelante! Hoy un paso, mañana dos, el tercer día a fondo.
Muchas veces la respuesta a tu pregunta es «a mí mismo» a hacer el ridículo, no estar a la altura, quedarme solo…»
Muchas gracias 🙂 Orro abrazo!
Me gustaMe gusta
21 de abril de 2014 en 10:29
Genial Mercè, genial… M’ha encantat aquesta reflexió, és encertada i valenta…
Me gustaMe gusta
21 de abril de 2014 en 10:41
Moltes gràcies! Una abraçada 🙂
Me gustaMe gusta
21 de abril de 2014 en 9:09
Reblogueó esto en SERENDIPIA |Escuchando las oportunidades de cada día.
Me gustaMe gusta
21 de abril de 2014 en 9:07
Reblogueó esto en SERENDIPIA |Escuchando las oportunidades de cada día.
Me gustaMe gusta