merceroura

la rebelión de las palabras

Suelta

25 comentarios


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Hace un rato alguien me preguntaba cómo se perdona. Y no se me ocurre otra forma de explicarlo que responder «amándote mucho». Perdonar es amarse porque supone quitarse una espina clavada que nos sigue desgarrando, una punzada que nos recuerda el dolor y el desengaño… Perdonar es arrancarse la mirada del otro de encima y dejar de pedirle que te valore, que te mida, que te tase y te ponga precio… Es decidir que dejamos de mirar al espejo esperando que nos diga quiénes somos y buscamos dentro de nosotros para amar lo que ya es… Es un acto de amor contigo mismo, un acto de respeto por lo que eres y por lo que son las personas. Un acto de comprensión hacia otro que acaba rebotando en ti y llenándote de paz.

¿Cómo se perdona? Queriéndote tanto que te des cuenta de que la opción de no hacerlo supone seguir atado a alguien que sigue horadando tus heridas cada vez que recuerdas su agresión y renuevas tu votos de no perdón… Valorar tanto tu tiempo que sepas que no hay un segundo que perder recordando la ofensa, que no hay un minuto de tu vida que ocupar pensando en las razones de otro y dejando tus ilusiones. Abrazando tus errores y dándote cuenta de que todos somos imperfectos y nos equivocamos y que eso forma parte de una aprendizaje infinito que la vida nos pone delante.

Se perdona porque el dolor de no perdonar es tan intenso que rompe y erosiona por dentro y escribe palabras terribles en las paredes de tu alma… Porque empieza a desgajar tus momentos felices y romper tus risas… Cuando dependes tanto de esa persona por no ser capaz de soltar el recuerdo que a cada paso se abre el suelo bajo tus pies. Cuando te das cuenta de que no perdonar te duele más a ti que a nadie.

Perdonar es dejar de esperar que te acepten para empezar a aceptarte. Asumir tu poder sobre tu vida y dejar de poner en manos de otros tu felicidad… Perdonar es vivir en el presente y dejar de visitar el pasado para reabrir heridas y culparse por no alcanzar una perfección insoportable e inasequible. Perdonar es vencer sin luchar y hacer las paces contigo. Es arriesgarse a vivir por entero en un mundo donde muchos viven a medias por si vivir duele o te ensucia las manos… Mirar a esa persona que nos ha hecho daño y descubrir que late y vibra como tú y que pase lo que pase, si no la soltamos y liberamos de nuestra rabia, nos seguirá ofendiendo una y otra vez… Incluso cuando ya no esté, porque nuestro rencor nos ata a ella más que su ofensa.

Perdonar es decidir que no nos importa lo que digan ni piensen porque somos lo que necesitamos ser y vivimos la vida que nos llena, aunque al mundo le inoportune nuestra dicha y se sienta incómodo con nuestra forma de ser felices.

Perdonar es darse permiso a uno mismo para que las palabras de otro no te arañen, desactivar la tecla que otros tocan para alterarnos y modificar nuestro ánimo. Es recuperar tu poder para decidir cómo y cuándo actuar. Dejar de ser reactivo para tomar las riendas y ser consciente de qué emociones viven en ti y de todo lo que puedes aprender de ellas.

Perdonar para sacarse de encima la excusa de sus palabras para recordarse las culpas que llevamos pegadas y dejar de usarle para descubrir miedos. Es decidir que lo que nos hace vulnerables nos da la oportunidad de crecer y aprender y que mostrar nuestras debilidades sin temor las convierte en fortalezas. Perdonar es ponerse en el lugar de otro y poder ver que la realidad tiene muchas caras.  Es deshacer el nudo que mantenemos prieto y que nos ahoga y comprime. Es desandar el temor a no gustar y no merecer… Es dejar el camino de guijarros que insistimos en pasar con los pies desnudos para empezar a usar las alas que ignoramos tener asidas a la espalda.

¿Cómo se perdona? decidiendo que no te duele porque no va contigo. Que no se puede cambiar el pasado pero que el presente depende exclusivamente de ti.  Que no permitimos que nadie nos diga quiénes somos ni qué debemos sentir, que vamos a coser nuestras heridas y descubrir nuestra grandeza… Que sepamos que estamos de nuestra parte y no nos ponemos la zancadilla, ya nadie podrá decirnos nada que nos aparte de nosotros mismos…

¿Cómo se perdona? Amándote y decidiendo que no hay nada en ti que merezca reproche porque cada día trabajas para crecer… Y asumiendo errores como puertas necesarias que cruzar y cerrar… Diciendo no a seguir enquistado en el absurdo.

Amando la noche para saber apreciar el día… Conociendo la sombra para descubrir la luz… Entendiendo que tal vez todo esto sea una lección necesaria que nos cuesta aprender y aceptar porque lo que conlleva y supone superarla es tan grande que se nos escapa a la comprensión…

Se perdona cuando se comprende que a veces no hay nada que perdonar. Que si quieres salir adelante no hay más remedio que quitarse la capa del miedo que te hace invisible y ponerse la persona que confía en sí misma, la de persona extraordinaria que escoge sentirse siempre digno pase lo que pase… La que en el fondo no necesita capas para esconderse.

¿Cómo se perdona? eligiendo seguir adelante a pesar de todo. Dejando de buscar excusas para autosabotearse y quedase anclado en el pasado, soltando la carga pesada de una autoexigencia tiránica, permitiéndose cortar los hilos que te convierten en marioneta de otros y de tus propias emociones por comprender, por conocer, por gestionar.

Se perdona cuando te das cuenta que perdonar es perdonarse. Cuando aceptas que a veces para seguir adelante hay que renunciar a tener la razón y a ganar una guerra que no tiene sentido.

Se perdona soltando el amarre que nos ata al dolor en el que a veces nos sentimos cómodos porque buscamos compasión y dándonos cuenta de que merecemos más que eso… Merecemos lo mejor, el amor de verdad que nosotros mismos somos capaces de darnos. Se perdona soltando el lastre y dejando que lo que lleva el río llegue al mar.

Autor: merce roura

Amo la imprudencia de mis palabras...

25 pensamientos en “Suelta

  1. Tu escrito me llega en un momento bastante amargo. Parece lo hubieras escrito para mi.
    Estoy de acuerdo con tus palabras, pero cuando se lleva tanto tiempo con tanta rabia contenida es dificil
    Claro que si que el no perdonar es un búmeran hacia nuestro interior.
    Voy a ver si queriéndome un poquito, lo consigo.
    Gracias

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    • Seguro que sí, ese es el primer paso… El segundo es darse cuenta de que quererse implica no dañarse y dejar de anclarse en el pasado. Perdonar es permitir que el dolor se marche, que lo que otro nos hizo o creemos que nos hizo deje de hacernos daño… Si quieres conseguirlo, lo conseguirás… Gracias por tus palabras y no te quepa duda, escribo para ti 🙂

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  2. Me ha encantado la forma tan bonita de hablar sobre el perdón.. .
    No perdonar nos amarga la vida y en consecuencia amarga al mundo.
    Mil gracias

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  3. Nuevamente Merce llegan tus textos en una momento y tiempo de oscuridad para dar luz a muchxs y a mi en lo personal. Superando lutos y desengaños. Superando tristezas. Superandome a mi.Agradecido contigo siempre. Saludos desde México.

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  4. El universo es tan perfecto que nos regala las palabras que necesitamos siempre. Gracias por ser su canal para hacerlo.

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  5. Fascinante!!!!

    Graciasssss

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  6. Fascinante!!!!

    Graciasssss

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  7. Hermosas palabras que reconfortan precisamente cuando estoy en este proceso. Gracias porque me ayudan.
    Mercedes

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  8. Precioso. Muchas gracias. Qué claridad ..!

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  9. Reblogueó esto en Cámbiatey comentado:
    Perdonar es amarse porque supone quitarse una espina clavada que nos sigue desgarrando, una punzada que nos recuerda el dolor y el desengaño… Impresionante articulo de @merceroura

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  10. Nunca he entendido la Historia. No he sentido curiosidad ni interés por el pasado. Las hipótesis y conductas prospectivas suelen tener mayor margen de error que de acierto.
    Se debe vivir mirando el horizonte, el siguiente segundo y cerrar la mirada al retrovisor, al pasado.
    Muchas gracias porque tus ideas y palabras me ayudan a ser feliz.

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