merceroura

la rebelión de las palabras


6 comentarios

Ego me absolvo…


Asumiré mis faltas. No las arrastraré, ni como culpas ni como pecados. No quiero que pesen, no puedo permitir que estorben en este viaje hacia mi misma. Serán mi propio legado. Me llevaré un pedazo de mi, el más inocente e intacto y acumularé algunos pensamientos alegres. Me sentiré absurda y miraré a ambos lados buscando una señal que no llegará, porque las señales se fabrican, no se encuentran. Se gestan a base de acumular delirios e ilusiones. A base de atesorar pequeñas locuras y soñar cada día imposibles. Sólo cuando te han vencido y lo has dado todo, estás dispuesto para ganar sin derrotar a otros. Porque la batalla es contigo, por vencer tus miedos, por intentar ser mejor… Sin más límite que el deseo insaciable de mirarte al espejo y descubrir que no eres de cartón, ni de corcho… Que sientes. Que eres carne y dolor y que a pesar de los golpes no te arrepientes de nada. Sólo cuando no te queda mucho que perder sabes que vas a mimar cada migaja que llegue a tus manos. Cuando tienes el alma saturada de decepciones, no caben nuevos miedos ni lugar para imaginar nuevas derrotas. Lo que llega es regalo, es sueño puro. Es una pócima valiosa que apurar hasta la última gota.

Procuraré mirar el camino pensando que no fue fácil y daré las gracias por ello. Por cada hendidura que tengo en el ego y en la consciencia, por cada herida y cada llaga. Son mi herencia emocional, el compendio donde echar mano cuando no sepa adónde ir o qué estoy buscando. Me encontraré yo con mis desvelos. Sola y sin pan. Pensaré que lo hice antes. Que pude. Que sin saber cómo saqué la fuerza y reprimí el asco inmenso. Si recuerdo que un día pude, podré… Y ese yo que salga vencedor de la más cruda batalla conmigo misma será mi mejor esencia.

He dejado un estera de risas y también de lamentos. He sido un poco huraña y un poco excesiva. Me he dejado llevar un poco por todas mis vísceras pero sin dejar quieta la cabeza. He sido razón y corazón. He pagado errores. He sido paño y lágrima. He intentado siempre reconocerme en cada uno de mis actos, pero mis facciones han cambiado. Tal vez, de mí solo quede un poco de sal y algunas miradas. Algunas frases repetidas mezcladas con palabras nuevas. Una risa cargada de ironía. Una mueca de niña triste.

Ha caído mil veces. Ahí sigo. En el barranco de la vida. Con lodo hasta las rodillas y miedo hasta las cejas. Cubierta de barro, maltrecha y con un tajo inmenso que me recorre el ser en canal. Y sin embargo, me reconozco el lamento. El quejido, las ganas. Sé que no me he traicionado. Que volvería a repetir mi pasado sin cambiar nada. Cada gesto, cada palabra, cada beso. Cada instante de cariño regalado. No me arrepiento. He sido sincera conmigo y con aquellos que hallé en el camino. Amo mis dudas. Celebro mis desatinos y descuidos.

Hay que caer. Hay que soltarse y confiar. Dejarse llevar. Y si falla la red, que no falle la conciencia. Que quede el consuelo de no haber traicionado tus credos.

Algunos errores son necesarios. 

 

Gracias por leerme… Escribo sobre lo que siento o he sentido y el camino que he hecho hasta llegar aquí (aunque todavía estoy a medio camino de algún lugar). En este camino he aprendido poco a poco a aceptarme y amarme (aún me falta mucho, soy consciente).

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”.

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional. 

www.merceroura.es 


15 comentarios

Nacer


Tiene que volver a nacer. Regresar a la vida con ojos nuevos. Borrar los reproches y las angustias. Arrancarse de cuajo la pereza, los esquejes secos e inútiles y apéndices innecesarios… soltar las rémoras y abandonar lastre. Tiene que volver a dibujarse el rostro y escoger delicadamente con quién va a cruzar la mirada, ha perdido mucho de ese brillo especial en los ojos descuidando lo que contemplaba. En ocasiones porque no le presta demasiada atención a lo básico. Otras veces porque ha decidido mirar demasiado rato algo que no merece la pena, aunque fuera hermoso y tuviera un tacto agradable.

Será doloroso, debe serlo. Va a cambiar de forma y de substancia, pero tiene que mantener su esencia. No traicionar sus deseos ni nada que haya construido hasta ahora y que le recuerde quién es y qué busca.

El parto será largo. Nacer de nuevo es más complicado. Siempre se lleva la útil pero pesada carga de la experiencia. Esa voz que te ayuda a confiar y te da acceso a la conciencia, pero que también te predispone al cansancio, al desaliento… al tedio de lo ya conocido. Antes tiene que mudar la piel y eliminar cualquier recuerdo que le impida avanzar. Todo aquello en su vida que no sea un punto de apoyo para lanzarse al vacío. Lo que le haga pensar que no puede, no debe, no hace falta. Acallar las voces estúpidas acumuladas en la cabeza, algunas propias, otras heredadas… Sobre todo las que buscan debilitarla y la hagan sentir poco digna. Sepultar credos falsos y obviar las pupilas de aquellos que la miran con condescendencia y le inhiban las ganas de volar. Debe olvidar aromas cotidianos, dejar atrás palabras tatuadas a fuego, romper promesas que la aten a destinos equivocados y dibujados para conseguir la felicidad ajena… Dejar de amarrarse en puerto seguro y soltarse. Salir de la caverna y notar como el sol acaricia su contorno agrietado y sus cicatrices más antiguas. Cada una de ellas con una historia que olvidar solo a medias. Recordar la moraleja, dejar atrás el dolor, llenar el hueco con un nuevo nido. Dejar de repasar el pasado para encontrar conclusiones distintas cada vez.

Tiene que volver a nacer y le faltan fuerzas todavía. Tal vez durante un rato en esta experiencia que ya se avecina, lo intuye, se arrastrará como un gusano buscando la luz al otro lado. Se deslizará por un paso oscuro e incierto. Se convertirá en un ser maleable que quepa en cualquier agujero y se meta en cualquier espacio por limitado que sea. Cambiará de estado sólido a líquido. Será tan elástica que durante un momento ocupará con distintas partes de su cuerpo los dos mundos. El de antes y el que está convencida que debe ocupar ahora. Durante ese lapso de tiempo, no será casi nada. Un híbrido entre ese ser atado al pasado y un ser casi libre. Querrá volar pero sus alas serán débiles. Querrá tocar el sol pero su mano aún no sobresaldrá del complicado embudo en el que se encontrará mientras el trance no termina. Notará su cuerpo comprimido por todas partes, agarrotado y dolorido. Podrá pedir ayuda, pero el camino lo tendrá que afrontar sola, porque si no el nacimiento será en vano… No servirá de nada porque necesita empezar de nuevo desnuda, sin marcas que le recuerden sus límites. Con gestos nuevos, ojos nuevos, ansias nuevas… para cometer errores nuevos y llorar nuevas lágrimas. Para que todo lo que llegue, la pille virgen y sin una idea preconcebida ya de cómo solucionarlo, de cómo vivirlo.

Y cuando salga, tendrá mucho frío. Notará como le arden los oídos y como los pies se le despegan del suelo. Ligera como una pluma, sin apoyos pero sin cargas. Es posible que tenga miedo, que tenga mucho miedo, pero le consuela saber que no podrá volver atrás porque habrá cerrado puertas. Pase lo que pase, tendrá que mirar hacia adelante. Escabullirse hacia atrás no será ya jamás una opción.