merceroura

la rebelión de las palabras


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Esas cosas que no nos gusta escuchar


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No te engañes. Las cosas son más sencillas de lo que a veces aparentan. Aunque tú necesites moldearlas y transformarlas en tu cabeza para poder soportar el resultado de tus pensamientos. Para no sentirte tan sola, tan cansada, tan mínima. Las cosas son como son, aunque duela, aunque te arañen el alma y te hagan jirones la ilusión que contienes en el pecho… Aunque sean profundamente injustas y no tengan sentido. Aunque las disfraces de recuerdo y las empañes de lágrimas, aunque las desdibujes con grandes dosis de cariño y perdón. Las personas también son como son y tú no puedes cambiarlas… Las personas, si no quieren, no cambian. Si no te valora, eso no va a cambiar, acepta eso y sigue otro camino, el del respeto, el de la dignidad… El camino que se merece alguien tan maravilloso como tú. 

Debes asumir que si no recuerda lo que le pides, es que no le importa lo que necesitas.

Si no sabe lo que te gusta, es que no le gustas.

Si no dice tu nombre, es que no te sueña.

A veces las cosas no tienen sentido. A veces, las cosas no tienen el sentido que tú les buscas y les encuentras. A veces, preferimos cerrar los ojos y vivir en otro mundo inventado, en lugar de intentar cambiar lo que nos rodea y cambiar nuestro interior… Apostamos por otros, el lugar de apostar por nosotros mismos. Vivimos en pequeños agujeros que nosotros hemos cavado y estamos atados a cadenas que nosotros asimos a nuestras muñecas. 

No falsees tu realidad. Si no encuentra momentos para estar contigo, es que no quiere estar contigo.

Si no te escucha, es que no le interesa lo que dices.

Si no te habla, es que no tiene nada que decirte.

Si no te abraza con fuerza, es que no le apetece tanto como a ti. Si no te acaricia, es que no quiere saber cómo es el tacto de tu piel.

Si no te besa, es que no sueña con probar tus labios.

Por más que te duela. Por más que saberlo te destroce por dentro. Por más que repetirlo te desgaste las ganas y te deje sin palabras.

Si no te busca, no te necesita.

Si lo que dice no es del todo cierto, es que es mentira. No te mientas tú, quitándole importancia. La verdad es importante, la sinceridad es básica.

Aunque pensarlo, te derrita. Aunque asumirlo, te haga desvanecer y te de la vuelta por dentro hasta no saber donde empiezas y donde acabas. Aunque sólo imaginarlo te parta en dos pedazos y te haga caer…

Si no te trata como mereces, es que no merece que tú le trates…

Si no te mira, es porque no te ve.

Aunque tú siempre estés ahí, con los ojos hambrientos sin perder detalle, con tus brazos abiertos y tus manos dispuestas, esperando dar aliento y esperanza… Aunque des tanto que se te agoten las energías.

Si no aprecia lo que le das, es que no te valora. Si no sabe ver lo mucho que vales, no te quiere.

Si no te demuestra lo que siente, es que no tiene nada que demostrar.

A veces, nada es justo, es como es. La vida es demasiado corta para perder el tiempo en medias alegrías, para perder amor queriendo a medias y sobrevivir de sonrisas veladas bajo las lágrimas. La vida es demasiado hermosa para sentirse diminuto a los ojos de otros y bajar la cabeza porque crees que no vales, que no mereces, que ya no necesitas. Si no llena, no esperes a quedar vacía…

La vida es demasiado preciada para soñar a medias y limitarse a subsistir.

La indiferencia no es amor. El miedo al error por si se enfada no es amor. Las lágrimas no son amor… 

A veces, las cosas no son como sueñas o deseas, pero puedes cambiar de rumbo y pensar en ti, decidir que te escoges, que te arropas, que sales del pozo oscuro y encuentras una mano tendida. Puedes decidir no conformarte con menos y vivir, de verdad, como mereces.

Si no te hace sentir bien, no merece la pena…


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Breves apuntes para dejar de amar


Pensar que es imposible que te amen.

Que no le mereces, que no te merece, que no te sueña.

Imaginar que le buscas y le encuentras en otros brazos. Imaginar que desea otros brazos.

Cerrar los ojos y besar otros labios.

Serpentear a ratos por la vida sin atreverse a caminar mientras dura el vértigo y el dolor no cesa. Dejar pasar las horas con la mente ocupada en alguna estupidez.

Creer que todos los destinos están trazados. Que no hay nada que puedas hacer ni decir para cambiar el mundo y sus normas establecidas, nada que puedas intentar para llegar a su mundo y atravesar sus muros.

Dejar de ilusionarte y fijar la vista en algo tangible, algo que se rompa, que caduque, que perezca, que pueda salir rodando calle abajo y dejarte solo. Algo que no te importe que se desvanezca… Y cuando eso suceda, buscar otra cosa parecida, una de esas cosas en las que no pones el alma al contemplarlas.

Pensar que como tu amor hay cien, un millón. Que hay miles de personas que salen hoy a la calle buscando unos ojos entre las caras agrias con las que se topan y regresan a casa sin nadie con quien soñar.

Pensar que el amor no existe. Que es una reacción química que altera tus hormonas y que un día de estos esa alteración molesta pasará.

Bajar la cabeza y meditar… Si llegaras a su corazón y rompieras la resistencia, la historia sería corta e incandescente, como esas bombillas que consumen mucho y queman rápido… 

Tener presente que el amor desgasta, desgaja, descarna… Que araña el alma, que derrumba las defensas y te achica la razón. Que cuando amas pierdes capas de piel y horas de sueño. Que nadie es tan vulnerable como un amante desesperado. Que nada es tan mortal como un amor no correspondido. 

Saber que la pasión es fugaz y el deseo algo maleable que puedes envolver en hielo si por las noches da la lata. Por si no soportas no tocarle, no tenerle cerca ni saber qué pasa por su cabeza, aunque sus pensamientos no los ocupes tú.

Sentirse viejo, pequeño, cansado, asustado… Recordar que el amor te hace parecer idiota, que te corta a veces las alas y abre las heridas y la cicatriza con sal.

Cubrirse de una piel gruesa y encerrarse en un caparazón insonorizado, en un lugar aislado, de un mundo que no exista más que para arrancar amores imposibles.

Meterse en ese mundo interior donde sólo llegan las palabras que acaban en mente y otros adverbios de tiempo, que detienen la risa, las ganas, la alegría y que desguazan la felicidad.

Dejar de sorprenderse, dejar de esforzarse para gustar. Cerrar puertas, barrar ventanas y rendirse a dejar de adorar.

Evitar encontrarle en cada minuto de cada hora, en cada momento dulce, en cada instante solitario… Evitar verle en cada reflejo, en cada esquina, en cada hoja, en cada palabra de cada libro que intentas leer. Buscar algún instante en el pasado en que fueras feliz sin amarle, cuando aún no le necesitabas para respirar…

Quemar los recuerdos y poner cerrojos y candados, rodearse de alambradas y sabotearse los sueños.

Vivir sólo para vivir. Soñar sólo para no soñar.

Reírse de todas las estupideces que llegan a tus oídos para ejercitar la mandíbula y volver a tener ganas de reír de verdad. Tener ganas sin ganas. Respirar sin esforzarse por respirar.

Preguntar al doctor si existen píldoras para olvidar y salir de la consulta con las manos vacías buscando un parque donde llorar.

Anudarse el corazón, contenerse los abrazos, atarse las manos para no intentar tocar… Encoger el alma hasta meterla en una caja y lanzarla al mar…

Y sentarse a creer que lo consigues. Y ver que el corazón estalla, que la alambrada cede, la caja vuelve con la marea y no puedes dejar de pensar en su forma de andar. Notar que su mirada está en cada pedazo de tu ser escurridizo, en cada baldosa que pisas, en cada bocanada de aire que respiras…

Darse por vencido y desear con todas tus fuerzas que pase el tiempo y cubra de escarcha tu amor que parecía dormido, pero que está tan despierto como antes de empezar.

Y soltarse, derramarse, rodar por las calles hasta llegar a tu cama sin risas ni besos, sin poder parar de recordar ni por un segundo su cara.

Y darse cuenta de que no hay curas, ni remedios, ni artificios para dejar de amar un instante y olvidar.

El desamor se cuece lento, se paga caro, se consume sosegado, se vuelve moroso… Y cuando crees que has ganado, tienes que volver a empezar, intentarlo de nuevo con el ánimo roído y la cabeza agitada. Con la mirada perdida y el deseo congelado para poderte arrastrar…

El amor no se arranca, se borra poco a poco, con demora, sin prisa, sin estrategia, sin saber cómo ni cuándo. El amor siempre duele por más que se evapore porque no sabe de tiempo ni de excusas, sabe de roce, de beso, de necesidad… Siempre busca un resquicio por donde colarse, por donde aflorar y volverse a enraizar en ti.

El amor siempre encuentra rincón donde esperar a crecer y zarandear tu calma. Siempre te sabe desencajar el alma para arrebatarte el sosiego y vencer tus defensas. Por más que supliques y reces, por más que te apartes, el amor siempre se recuerda… Y cuando se va, deja su aroma.

La única forma de vivir sin ese amor, es amarse y volver a soñar.

Siempre deja marca… El amor siempre queda.

 


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Algunas excusas para decir ‘te quiero’


Porque a veces necesito decirlo también en voz alta.

Porque el camino es más hermoso e intenso si lo compartimos y la noche no tan oscura si me abrazas.

Por si se te escapa un instante de felicidad y se me enreda en el pelo…

Para cuando te mientan los ojos y creas que estás solo.

Para cuando creas que tienes muchos amigos y descubras que en realidad son pocos y alguno te dé la espalda.

Por si te caes y el viento te envuelve entre las hojas y te arrastra a un abismo.

Por si crees que eres el rey del mundo y tu ego te catapulta a un infierno solitario.

Por si crees que no eres nadie y necesitas que te recuerde que para mí lo eres todo.

Para que se te acostumbre el oído a la música de mis palabras.

Para que a pesar de la costumbre, sepas echarme de menos y te des cuenta de que necesitas que sujete tu sombra cansada.

Por si no me oyes… Por si no me escuchas…

Porque estás revuelto y no recuerdas dónde empiezas ni dónde acabas. Porque te lanzas a veces sin paracaídas y siempre esperas que te haga de red. Por las veces que me miras de reojo cuando estoy sentada.

Para que no te creas que hay en el mundo nadie como tú…

Para que no te creas mejor ni peor que nadie…

Porque de noche seguro que dudas. Porque de día noto que me buscas cuando te busco.

Porque vienen curvas y necesitas que yo sea tu carretera.

Por si tienes vértigo y nadie te da la mano. Por si tiendes tu mano y no encuentras la mía.

Para cuando haga frío y el viento se meta en ese hueco entre tu cuello y tus orejas que a mí me gusta recorrer con las pupilas.

Para cuando te sientas hueco y notes el eco de tu pecho vacío y necesites llamarme con alguna excusa.

Para cuando descubras que no eres eterno y también te equivocas. Para que sepas que no me importa.

Por si me sueñas.

Por si me deseas.

Por si piensas que te sueño y te deseo.

Por si estás imaginando qué siento.

Por puro delirio. Por pura necesidad.

Porque a veces gana el niño que llevas dentro y te encierras en tus muros invisibles.

Porque cierras tus puertas y te conviertes en el ser más hermético del universo. Para poder entrar en tu cueva y encender la luz…

Por si llueve y no lo soportas. Por si bailas bajo la lluvia y necesitas pareja.

Por si no puedes salir de tu encierro y no tienes valor para pedir ayuda.

Para que sepas que adoro cada una de tus muecas.

Por si tienes miedo y te sientes diminuto.

Por si te conviertes en piedra y mis lágrimas te resbalan. Por si ya no me quedan lágrimas que derramar ante tus ojos hambrientos.

Porque el tiempo pasa veloz y la vida se nos agota. Porque todo caduca, excepto mis ganas.

Para que te conmuevas y te derritas.

Para que un día me sueñes y me persigas por las esquinas.

Porque me gusta repetirlo.

Porque necesito repetirlo mil veces. Porque cuando no lo digo, me salen escamas. Se me achica el corazón y el alma se me encoge.

Por el valor que le doy yo a las palabras…

Porque no hace falta buscar excusas… Te quiero.