merceroura

la rebelión de las palabras


1 comentario

El día menos pensado


Hoy es el día menos pensado.

Sí, ese día que hace años llevas anotado en el calendario interno y anhelas que llegue como si lo trajera el azar, pero en realidad tú misma lo has ido postergando mes tras mes, año tras año.

¿A qué esperabas?

No sabías la respuesta a esta pregunta hasta que en este justo momento sabes que ha llegado el momento. No podías responder porque necesitabas que todo tu cuerpo y tus entrañas respondieran por ti.

Esperabas a estar harta. Harta del todo. Tan cansada de estar cansada que lo único que te quedara fuera el consuelo de no poder levantarte a hacer algo más, a intentarlo de nuevo, porque ahora sí, ya no das para más. Para que la única opción que te quedara posible fuera dejar de hacer, porque ya lo has hecho todo.

Ya no puedes seguir. Irónicamente necesitabas llegar a esto para que al caer muy hondo nadie te señalara con el dedo y te mirara mal, eso piensas, en realidad nadie te mira, solo tú con esos ojos de búho inquisidor que todo lo juzga. Necesitabas poder demostrar que caíste en la batalla habiendo hecho todo lo posible por superar tu marca de dolor, el listón estratosférico que te habías colocado para superar… Necesitabas que si no lo conseguías no fuera por falta de esfuerzo y perseverancia, que nadie pudiera pensar que es culpa tuya, que no hiciste suficiente. Necesitabas casi morir para que otros te perdonaran la vida y creyeras que eso te daba derecho a merecerla.

Podrías haber parado antes, pero no te has dado permiso porque te educaron para el esfuerzo salvaje y el sacrificio. Te dijeron que no valías nada y te lo creíste. Que tenías que demostrar siempre y esforzarte el doble que los demás para conseguir migajas. Que eres lo que haces y consigues… Todo con la mejor intención, «porque la vida es una lucha cruenta por la supervivencia y tienes que dejarte la piel para demostrar que mereces».

Y esa programación instalada a fuego desde la niñez de la que no eras consciente no te ha dejado soltar. Ni decir basta, ni decir que no puedes más incluso cuando seguir suponía un dolor insoportable. No podías dejar de sujetar el mundo para no se caiga. Dejar de llevar el peso de otros, cargar sus responsabilidades y gestionar sus penas. Te has sentido incapaz de dejar de tirar del carro y llevar la iniciativa, siempre dándole a la manivela a la vida para que no se detenga, alerta para que nada falle y se estropee, para que todo salga bien. Has tragado rabia, mucha rabia, porque durante estos años has visto personas a tu alrededor que se sacrificaban menos y para las que todo era más fácil. Algunas de ellas parecían tan livianas y despreocupadas, sonreían mientras tú estabas amargada y los resultados las acompañaban más que a ti. Algunas de ellas te cargaron su peso para que lo llevaras tú, las dejaste hacerlo porque tú eres la dura, la fuerte, la que puede con todo. Otras, nunca llevaron peso, eran com sirenas surcando el mar sin esfuerzo para llegar al horizonte. Y eso te hizo sentir mucha rabia, mucha ira, mucho dolor, una sensación de injusticia constante que iba lacerando tu vida…

Dilo en voz alta, querida amiga, estás harta.

Harta, harta, harta, harta.

Harta de que todo te caiga a ti y no saber parar. Harta de que te necesiten tanto que notes el peso de las vidas ajenas sobre tu espalda. Harta de no aguantar más y seguir porque no puedes decir que no, porque sin ti no pueden, porque no saben, porque no aprenden… Harta de no poder cerrar la puerta porque siguen llamando para que abras.

Y ya no puedes más. Estás desesperada por dejar tu desesperación. Por dejar de sentir la angustiosa sensación de que todo depende de ti.

Nada depende de ti más que tú misma. Lo que está en tu mano y es poco. No controlas nada. Solo una pequeña circunferencia a tu alrededor en la que la vida está cerca, donde llega tu mano, y a veces, ni eso siquiera porque cae un rayo y lo fulmina todo o una ráfaga de viento se lleva aquello que tanto miedo te daba.

Ya basta de estar de guardia para salvar al mundo. Ya basta de intentar que todo sea perfecto y salga bien. Ya basta.

Hoy es el día menos pensado. Ha llegado. Está aquí. No pierdas tiempo pensando si podría haber sido antes. No lo aplaces diciéndote que puedes aguantar un poco más. Llega ahora porque es cuando te has permitido caer y soltar, cuando el sufrimiento ha sido tan grande que te has planteado dejar de hacer todo lo que has hecho hasta ahora… Cuando el dolor ha sido tan insoportable que has decidido dejar de mirarte con ojos de jueza implacable y tener compasión de ti. Cuando el mundo ha pesado tanto que tus manos han cedido y has dejado de sujetarlo y empujarlo y arrastrar todas sus incompetencias y necesidades. Cuando has notado que ya era imposible seguir y has pensado que tiene que haber otra forma de vivir que no duela tanto.

Has tomado la decisión.

Has caído y ahora solo puedes levantarte. A tu ritmo y a tu tiempo. Sin culpas ni reproches por lo que pudo ser. Vacíate del todo. Llora lo pendiente. Siente lo que no te has permitido sentir antes. Va a doler, amiga, llevas mucho acumulado. Nota ese dolor, permítetelo. Dale gracias por invadirte y comprenderlo, por saber qué dice de ti. Ábrele el corazón y la mente. Decide que vas a pensar de otro modo, suelta toda la basura y cambia de rumbo.

Disfruta de tu desnudez y vulnerabilidad, de todos y cada uno de tus maravillosos errores… Sé tal cual, sin esperar emnienda, sin enmendarte tú.

Hoy es el día menos pensado… Hoy vas a dejar de sostener esa vida que tanto daño te hace para abrazarte de verdad. Hoy vas a soltar y a dejar que la incertidumbre más absoluta y maravillosa impregne todo tu ser.

Gracias por leerme… Escribo sobre lo que siento o he sentido y el camino que he hecho hasta llegar aquí (aunque todavía estoy a medio camino de algún lugar). En este camino he aprendido poco a poco a aceptarme y amarme (aún me falta mucho, soy consciente).

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”.

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional. 

www.merceroura.es 


5 comentarios

Por nosotras


Durante años he visto a grandes mujeres intentado demostrar que valían, que merecían, que «podían con todo» y que estaban a la altura. Yo misma me enredé en esa espiral en la que te muerdes la cola pero nunca encuentras nada nuevo, nada que te sirva… A estas alturas, amigas, ya es demasiado obvio que no tenemos que demostrar nada ni ser nadie. No tenemos que decirles a los que nunca nos van a escuchar que merecemos lo mismo y lo mejor… No tenemos que convencer a los que nunca nos comprenderán de que somos valiosas. Ahora lo que importa es que nosotras nos lo creamos de verdad y vivimos en consecuencia. Esa es la trampa, someterse a parecer lo que ya somos. Intentar encajar en moldes sin sentido y pensar que si somos buenas y damos el máximo nos darán las migajas… Hacerlo todo creyendo que así nos darán el lugar que nos pertenece cuando eso solo genera más dolor, más desigualdad y más desesperanza. Los que ya no nos valoran no lo harán por más que nos dejemos la piel en las calles, en las cocinas, en las escuelas, en las empresas… Por más que nos esforcemos en en destacar haciendo lo mismo y mejor. Hagámoslo por nosotras, no por ellos. No por demostrar sino porque nos importa, porque nos mueve, porque el mundo está lleno de posibilidades y nosotras nos las merecemos todas. 


Dejemos de ponernos listones y metas imposibles y además de seguir reivindicando lo que merecemos iniciemos otra revolución… Una que se gesta en paz porque está dentro de nosotros y que se propaga y extiende sin fronteras…

Ahora es el momento de mirar dentro y darnos a nosotras mismas ese respeto que legítimamente reclamamos, de escucharnos como escuchamos a otros, de cuidarnos como cuidamos a otros, de mimarnos y regalarnos momentos, de encontrar nuestra propia voz y nuestro silencio, de parar para ver dónde estamos y a dónde queremos ir realmente más allá de moldes sociales y estereotipos. Es el momentos de amarnos y aceptarnos y compartir lo que descubrimos en nosotras con todas para hacer más llevadero este camino. Y que nos acompañen ellos también, hay muchos que nos valoran y respetan, que quieren compartir esta experiencia y trabajar por lo justo, lo digno, lo necesario. Dejemos de esperar a que nos vean, mirémonos nosotras con la empatía y compasión que merecemos, con la amabilidad y respeto que necesitamos, con la admiración que nos tenemos… No necesitamos el visto bueno de nadie, solo el nuestro.

Ahora es el momento de decir otra vez que no a lo que es no y sí a lo maravilloso que merecemos. De poner límites y ayudarnos unos a otros a mantenerlos. De no excluir a nadie que necesite, que desee salir del túnel oscuro y gritar y llorar si hace falta. Es el momento de sacar la basura acumulada de lamentos y penas, de miedos y culpas y mirarla bien para comprender qué hacía ahí y decidir que ya no la queremos en nuestra vida antes de tirarla… Este cambio que merecemos y soñamos, amigas, se gesta dentro para que salga fuera…Si nosotras no nos lo damos, no nos lo dará nadie. Si nosotras no nos respetamos, no podremos compartir ese respeto… Vamos a querernos bien, a ser amables con nosotras y con otras personas que libran batallas calladas intentando salir del pozo… Vamos a decir basta cuando toca decir basta y gracias cuando toca decir gracias…
Por todas las que ahora lo pasan mal. Por las que lo pasaron mal y ya no están. Por las que vienen detrás de nosotras, que no deberían ya jugar en esta liga siniestra de roles absurdos, culpas y supervivencia bárbara… Por nosotras que estamos aquí y ahora y nos hemos dado cuenta hace tiempo que de merecemos la mejor vida posible. A veces, con un pequeño paso, basta… Una palabra amable, un gesto, una mirada hacia ti misma sin reproche, sin pensar que no llegas y no vales. No hay más meta que estar en paz con nosotras mismas y que dejar que el mundo lo vea y lo comparta…

Es la hora de volver al camino, pero esta vez el viaje es hacia nosotras mismas y la meta lleva nuestro nombre. Es un viaje hacia una nueva forma de mirarnos, de comprendernos, de aceptarnos, sin esperar que nos miren, nos acepten y nos digan que sí. 

Cada paso que da una de nosotras, lo damos todas y todos lo que nos acompañan. 
Que esta sea la última vez que tenemos que recordarlo.

 

Gracias por leerme. Si quieres saber más sobre mí te invito a entrar en mi web. 

www.merceroura.es 


5 comentarios

Ya eres tu mejor versión, pero no te has dado cuenta


paint-2985569_640

Un día te cansas de disimular y de estar pendiente de que todo sea perfecto. De parecer mientras eres y de ser mientras pareces para que nadie se enfade, se ofenda, se perturbe o deje de verte como esa persona que llevas toda la vida arrastrando y que siempre es correcta. Te miras y dices… «Sí, tengo arrugas ¿Y qué pasa? ¿A caso no todos vamos a envejecer? Tengo muchas imperfecciones y pocas ganas de seguir fingiendo que me preocupan más que mis miedos e inseguridades… No quiero ser perfecta, quiero sentirme segura y en paz con lo que soy».

Es tan agotador pasarse la vida siendo una versión de ti misma aceptable para este mundo de plástico que juega a dejar de usar plástico, pero que se queda en la superficie de todo sin profundizar en nada… Hasta que descubres que no hace falta, que en realidad. Has vivido pendiente de las miradas ajenas porque compraste su versión de lo que es la vida, porque nunca te has amado como mereces realmente, porque te han pillado siempre con la guardia baja y has asumido el lugar que te han reservado otros pero no es tu lugar. ¿Sabes? es que ni siquiera hace falta que tengas un lugar concreto ahora o que sea siempre el mismo… No te pongas más etiquetas, no las necesitas. Arráncate las que te pusieron y las que te pusiste tú misma mientras intentabas ser una versión de ti que gustara a las masas y pasa de todo… No te amoldes a lo que te rompe por dentro. Adaptarse a las circunstancias no significa perder tu esencia. Significa verlas venir y tomar decisiones. 

Pasa de todo, amiga, no eres un pongo de esos que te regala el amigo invisible por Navidad con desgana y que colocas encima de una repisa o se lo enjaretas (me encanta esta palabra, la usaba mi abuela) a otro para que no críe polvo en tu casa. Tú no vas y vienes, eres algo maravilloso que permanece. Lo que tú eres en realidad no se mide ni encasilla. Nadie se merece ser una etiqueta. No eres la talla de sujetador, ni la de pantalón. Si no entras o te viene grande, eso no te hace ni mejor ni peor, eres un ser humano que merece mirarse con todo el amor posible. No eres la crema que usas para cerrar poros porque si no se cierran caes en desgracia, ni la foto imposible que nunca puedes hacerte en Instagram porque no quedas como esas mujeres que parecen perfectas pero que seguro que también llevan pegadas etiquetas… Ellas también libran una batalla interior, créeme. 

No eres la madre, ni la hija, ni la esposa, ni la amiga, ni la gran profesional… Eres todas a ratos y al mismo tiempo tú. No puedes hacerlo todo, ni controlarlo todo y luego sonreír mientras el rizo perfecto cae sobre tu frente dibujando un gesto de armonía sutil y cándida. No eres tu pelo, ni tus curvas, no necesitas ni pelo ni curvas para ser la más hermosa. No necesitas vender una imagen concreta, sino vivir tu propia coherencia. De nada sirven los zapatos más elegantes y adecuados si te sientes incómoda con ellos y no pisas firme en tu vida… Siempre eres tú quién lleva los zapatos y no los zapatos los que te llevan a ti. Lleva tú lo que vistes, lo que haces, lo que sueñas… Lleva tu vida puesta. 

No te ciñas, no te escondas, no te disfraces de una versión escurridiza de lo que eres. Ama lo que eres por encima de todo y deja de caminar sin salirte de la zona marcada, vuela… Vuela si quieres y te apetece y si hoy no te sientes con fuerzas, no pasa nada… Tampoco tienes que ser siempre una versión de mujer ultra motivada. No caigamos en la trampa de dejar de ser superwoman y acabar siendo superantitodo para demostrar algo que no necesitamos demostrar a nadie. 

Un día te levantas y te miras y has pasado la noche preocupada por cómo vas a pagar esa factura, por cómo vas a presentar ese proyecto, cómo vas a llegar a las cinco a buscar a tu hijo si media hora ante estás en la otra punta de la ciudad… Te miras al espejo y no, no estás perfecta, pero esa sensación no es real. Eres perfecta ya, eres lo mejor que tienes y lo que ves depende de cómo decides mirarte. No eres una mercancía, amiga. No eres un trasto viejo ni una alfombra con la que tropezar siempre cuando pasas al comedor. No has venido a estar disponible para todo y puedes caer cuando quieras y volver a empezar. Puedes permitirte fallar y recalcular la ruta. Puedes decir no y basta y cerrar la puerta y encontrar tu silencio. Puedes empezar a pensar en ti y decidir lo que realmente te llena a ti la vida y dejar de poner siempre por delante a los demás… Si tú no te escuchas, nadie lo hace. Si no te consideras, nadie lo hace. Si no te amas, no podrás amar a los que te rodean sin desfallecer y perderte. Si no te cuidas, nadie te cuida.

Yo también me he roto intentado ser mi mejor versión, amiga. Siempre tan rígida, tan sola, tan cansada por mendigar aprobación. Siempre subiendo un listón hasta el cielo y cuando parecía que había llegado al tope lo empujaba un poco más arriba. Siempre tan difícil, tan arduo, tan duro, tan inaccesible. Siempre sujeta a unas normas inflexibles y a unas creencias rancias y severas que era imposible saltarse y soltar para poder respirar. Siempre luchando en desventaja para no llegar nunca, siempre subiendo una montaña cuya cima parecía estar cada vez más lejos. Y todo para no conseguir nada, para apenas tocar con las puntas de los dedos un instante de lo soñado y ver cómo se apartaba de mí, como se fundía con un nuevo problema que solucionar. No caigamos en la trampa de querer demostrar que valemos a pesar de la adversidad y la desventaja porque eso nos hace esclavas e infelices… Vivamos como nos dé la gana. 

Ya sé qué sientes pero, ¿sabes una cosa? es que ya lo eres… Ya eres tu mejor versión, deja de buscar y de intentar, de esconder tus miedos y parecer siempre dispuesta. Lo que eres ahora es infinitamente mejor que la versión de plástico que te vendieron que debías ser y tú tragaste. Ya eres lo mejor que te aguarda pero no lo ves porque te miras esperando que alguien vea en ti lo que tú no percibes y que te reconozca, cuando esa persona está esperando lo mismo. Ya eres perfecta, pero no te has dado cuenta porque no valoras lo que eres, no te hablas como mereces y no pisas el suelo a fuego porque no confías en ti. No te amas porque crees que primero tienes que alcanzar tus sueños, pero puedes amarte ahora ya sin esperar a nada que te valide o reafirme. 

Cuando dejes de ocultar lo que consideras que te molesta en ti, lo que crees que no es digno, sabrás quién eres realmente y serás imparable. Nadie que se ha visto con los ojos del amor propio espera nada del mundo para tapar su dolor. Nadie que se ame completamente mendiga amor por las calles… Nadie que haya descubierto su valor, esconde lo que realmente es. Es completamente imposible no brillar cuando te aceptas incondicionalmente. Y tú ya brillas, lo que pasa es que no ves tu brillo porque te sientes perdida buscando algo que en realidad ya tienes. 

No necesitas que el mundo te vea, necesitas verte tú como realmente eres, maravillosa.

No necesitas que el mundo te acepte, necesitas aceptarte tú.

No necesitas una máscara de mujer perfecta, necesitas arrancarte las etiquetas que te lastran y definen a alguien que no eres. 

No necesitas que te vean hermosa porque ya lo eres. Sólo siéntete poderosa, disfruta de ti… Nota lo mucho que vales… 

Basta de buscar miradas mediocres que te den el visto bueno, ponte tu el me gusta a ti misma y deja de esperar y buscar. Basta de justificarte por todo y pedir perdón todo… 

Llega un día en que te levantas y te miras al espejo y te das cuenta de que eres todo lo que buscas y todo lo que necesitas. Que la historia de amor que buscabas es contigo. Que la mirada de aprobación que deseabas era la tuya… No hay una mejor versión de ti que emular o conseguir, es esta, amiga… Lo que pasa es que está oculta bajo una capa de miedo, incomprensión, baja autoestima y culpa, mucha culpa inútil y prestada por un mundo que todavía no se ha dado cuenta de lo que tú te das cuenta ahora… Llevas años intentando ponerte un vestido que te queda pequeño y pensabas que el problema eras tú y en realidad era el vestido, que no es para ti… Porque no cabes en un molde, eres grandiosa, increíble, extraordinaria. 

No necesitas suplicar, amiga, ejerce de diosa… 

 

Gracias por leerme. Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional. 

Tengo un programa para ti si lo necesitas para poder tomar decisiones y salir de bucle en que te encuentras. Un entrenamiento para que tomes decisiones y cambies tu vida en 40 días!!

Haz click aquí 

Y tienes mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Si quieres más información, visita mi web www.merceroura.es