merceroura

la rebelión de las palabras


6 comentarios

Para que tu vida sea realmente tuya…


No pienses tanto, siente. Pensamos mucho y lo hacemos mal porque siempre pensamos lo mismo. Damos muchas vueltas pero es dentro de la jaula, nunca fuera. Observa tus pensamientos y decide que tal vez no sean verdad y no pasa nada.

No hagas tanto, escoge qué haces y hazlo con amor, con respeto por ti y por los demás. Haz con inspiración y con ganas. Disciplínate para hacer, pero sin atosigarte y exigirte demasiado, así podrás hacer disfrutando y sin sufrir. Ponte pautas pero no te encarceles. Que tus hábitos sean los hitos que te marcan el camino y no los barrotes de la celda. Encuentra el equilibrio.

No temas parar y recalcalcular tu ruta. Tomarse tiempo no es perder tiempo, es aprovecharlo, es decidir desde la sabiduría interna y no desde el piloto automático que solo busca hacer sin parar para sentirse útil y ocupado. No necesitas acumular méritos ni resultados, tu valor está por encima de lo que produces. A veces paras y te das cuenta de tantas cosas que cuando vuelves a dar un paso has dado en realidad un gran salto…

No corras, a donde vas no se llega con prisa sino con presencia.

No te midas por las palabras de otros, no dejes que te pongan etiquetas y si lo hacen, no las asumas, no te las creas. No eres etiquetable, ni siquiera definible con palabras. Cuida a la vez tus palabras porque con ellas creas tu mundo…

No asumas responsabilidades ajenas. Si puedes ayudar, hazlo, pero no puedes vivir por otros, ni llorar por otros, ni superar sus miedos, ni llevar a cabo sus retos, ni sudar sus camisetas.

Agradece cada día todo lo que llega a ti, pero no esperes nada. Nadie va a salvarte la vida, solo tú. Esa parte de ti que sabe que no sabe nada pero aprende de todo y ama cada minuto.

Deja de buscar, encuentra. Está bien poner foco en lo que anhelas, pero no te pierdas el camino. No dejes de ver lo que está en tu vida solo mirando lo que te falta, porque eso te hace perder mucha belleza y no valorar lo mucho que llega a ti. Que mirar a la luna no te impida vivir este momento, este ahora, este trayecto. Lo sueños no nos pueden recortar sino motivar. No pueden dejarnos en visión túnel sin ver las oportunidades que se pasan por nuestro lado mientras vamos hacia una meta. La meta a conquistar es y siempre serás tú. Un versión de ti más libre que se siente capaz y muestra todo su valor.

Sueña, pero no te pierdas en tus sueños, no te reduzcas a tus sueños. La verdadera motivación es estar vivo ahora y estar contigo en paz.

No te reproches nada. Si algo hiciste mal, acéptalo, asume. Si lo puedes arreglar o reparar, hazlo. Pide perdón todas la veces necesarias, de corazón, y sigue adelante. Los errores reconocidos y comprendidos son tus grandes aciertos. Vívelos con tanta dignidad que les des la vuelta y sean tu honor y tu estandarte… La culpa no engendra nada más que sufrimiento y más culpa y más sufrimiento. Un bucle del que solo se sale con perdón, el de ti mismo.

Siente, no huyas de lo que sientes. La única forma de superar lo pendiente es vivirlo y reconocerlo, para darte cuenta de que no eres tus miedos, ni tu tristeza, ni tu dolor. Eres ese ser que los observa y se hace cargo de ellos desde la paz. Llora todo lo que necesites. Enfádate. Da portazos. Siente rabia, envidia… No se trata de reprimir sino de hacerlo consciente. Si te das cuenta de lo que sientes podrás usarlo para encontrar paz y coherencia. Ser optimista no es pensar que todo irá bien o saldrá como esperas, es saber que pase lo que pase confías en ti y tienes herramientas internas para superarlo y , si no, pedir ayuda.

No hace falta que te repitas mil veces que te quieres. No es que esté mal, es hermoso, pero primero saca la basura inconsciente que guardas y obsérvala. No se trata de forzarse para amarse sino de quitar los muros que lo impiden. Reprográmate y suelta. La autoestima no es un proceso para amar lo que no amas, exigiéndote y maltratándote si no lo consigues, es una decisión que te permite empezar un camino en el que antes de descubrir quién eres, tienes que apartar los obstáculos que no te dejan verlo. Cuando consigas quitar el velo que cubre tu mirada y no te deja verte, amarte será fácil. El amor llega solo cuando el camino está libre.

No te juzgues ni juzgues tu proceso. Te transformas al ritmo que debes, al que puedes y estás preparado. Que el cambio que experimentas no sea una excusa para maltratarte más y el camino hacia la libertad no se convierta en un camino de regreso a cárcel, a una más sofisticada, pero cárcel al fin y al cabo.

Acepta. Nada obra tantos cambios como aceptar que algunas cosas no van a cambiar. Porque cambias tú, tu forma de pensar, de ver… Y desde esa paz todo se transforma. No es magia, es un cambio de perspectiva, es una forma de mirar desde el amor que obra el milagro imposible. Aceptando muchas cosas cambian y otras no, pero ya no importa porque ya no arañan y las ves de otro modo… Acepta ahora y si no puedes, no pasa nada, acepta que no aceptas. Es un gran paso.

Recuerda que no controlas nada, tal vez solo tu forma de mirar el mundo pero nunca lo que pasa. Lo único que puedes decidir es cómo vivirlo y, con entrenamiento y consciencia, cómo pensarlo.

Dí que no. A veces nos cuesta y mucho, pero hay que decirle a la vida y a las personas lo que no queremos y no vivir vidas a medias. Si no puedes todavía decir no, no pasa nada, sé consciente de por qué no te atreves, de qué te frena, de qué te impulsa a estar donde no quieres estar y hacer lo que no va contigo. Encuentra el miedo que yace en ti y te obliga a vivir esa vida que no es tu vida y respira.

Que no te importe hacer lo algunos llaman «el ridículo». Siente esa vergüenza que nos piden que ocultemos y pasea con ella por la calle. Que te miren, si quieren. Que murmuren… No reniegues de ti, de lo que realmente eres y de lo que amas… Que se rían, no importa. No hay nada en ti que sea defectuoso o equivocado. Algunas personas miran a los demás y se mofan de ellos porque encuentran sus propios miedos proyectados en el otro y creen que así es más soportable su amargura… No caigas en ese juego. Cuando te mires con el amor que mereces, sus miradas inquisitivas se desvanecerán o no podrán hacer mella en ti. Nada es una ofensa en realidad, es un juego de espejos que termina mirando dentro de ti y dejando de mirar tu reflejo en el otro y juzgando.

Cuando recibas esos golpes de la vida, esos arañazos, esos momentos duros que siempre llegan no te culpes, trátate bien… Para y siente ese dolor y pregúntate qué te das tú a cada momento. La vida es un espejo y no se trata de reprocharse sino de usarlo para darte flores y respeto en lugar de críticas y desamor. Cuando menos te comprendas y te valores es cuando más amor necesitas por tu parte.

Mira sin juzgar y si lo haces, date cuenta y suelta esa necesidad. No pasa nada, eres un ser humano. Solo date cuenta. Cada vez que juzgas, recortas un universo y lo reduces a una dimensión, a un resultado, a un miedo. Si te abres a ver al mundo capaz, lo capacitas. No pidas nada pero ábrete a recibirlo todo, lo mejor, porque eso es lo que mereces.

Comparte lo que eres. Comparte lo que haces. Comparte tu talento. Aporta todo lo que puedas sin temor a que te copien, te imiten, te critiquen. Comparte sin miedo a quedarte vacío. Lo que realmente das desde el amor siempre se multiplica en ti…

Cuando todo se ponga oscuro, respira. Nos olvidamos de respirar, nos olvidamos de respirar en calma y profundamente. Nos conectamos a la angustia y nos dejamos llevar por ella, vivir por ella. Respira y mientras respires, solo haz eso, respirar. Toca con tus pies el suelo y nota la tierra, siente que te enraízas y nota como el aire entra en ti y sale sin esfuerzo. Invita a la vida a vivirte, a ser vivida por ti… Procura estar presente en tu vida porque es ahora, solo ahora. No tengas pasado ni futuro, tente a ti. Te bastas y te sobras si realmente conectas contigo.

Nadie podrá estar contigo si tú no estás contigo, si no estás de tu parte… Tal vez esté a tu lado, comparta el camino y te dé la mano, pero nadie llena el vacío que tú mismo no te llenas.

GRACIAS por leerme.

¿Quieres aprender a amarte?

¿Quieres dar un giro a tu vida?

Primero te invito a leer mi libro  “Manual de autoestima para mujeres guerreras”.

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Y a entrar en mi web y ponerte en contacto conmigo para hacer un plan y transformar tu vida en todos los aspectos. ¿Te apuntas?

www.merceroura.es 


3 comentarios

El niño y el monstruo


Había una vez un niño que vivía atado a un monstruo.

No se trataba de un monstruo de esos que viven en el armario o debajo de las camas, era un monstruo de los que también sonríen, fuman cigarrillos y se abrillantan los zapatos. Un monstruo con dos caras y dos almas.

Ante el mundo, parecía que el monstruo se ocupaba de él pero, en realidad, era él quién le daba la vida al monstruo.

Algunas personas le decían que el monstruo no siempre había sido un monstruo, que hubo un tiempo en que era humano. Aunque el niño era tan pequeño entonces, que apenas lo recordaba. Ahora no era así, era monstruo casi siempre y cuando no era monstruo era una bestia dormida que ronca y ocupa todo el espacio del sofá. Que no cocina, ni lava platos, ni llena la nevera.

Algunas veces, cuando el monstruo está cansado de gritar y el niño está escondido bajo la mesa, los ojos del monstruo se acercan con cara de suplicar perdón y parecen humanos… Aunque sólo dura unas horas. Hasta que el monstruo se enfada de nuevo por algo que siempre es culpa del niño. Siempre… Siempre es una palabra tan terrible como nunca… Si tuviera que hacer una lista de las más terribles palabras esas serían dos de ellas, las primeras. Al niño le gusta hacer listas, le calma… Le ayuda a tenerlo todo pensado y controlado por si el mundo se desmadra o se cae y tiene que sujetarlo… Por si la vida se escapa y tiene que ir a buscarla. Porque así tiene una sensación de control, que sabe que es falsa, pero que le ayuda a dormir por las noches, al menos un rato…

A veces el monstruo se arrepiente tanto de sus gritos que se esconde días y días y se va de casa. El niño aunque está solo entonces, ama esa soledad maravillosa y suplica que no vuelva. Aunque, siempre vuelve y se enfada de nuevo, por lo que el niño piensa que, en realidad, no está muy arrepentido.

El niño, a veces, se da cuenta de lo mucho que le necesita el monstruo. Parece raro ¿Verdad? pero si él no le tapara de noche con la manta, cuando se queda dormido, o le dejara la cena, el monstruo se moriría de hambre y de frío. Aunque eso no es excusa, piensa el niño ¿Verdad?

Es como si el niño fuera un padre y el monstruo un hijo que está tan triste que para calmar su tristeza grita y rompe cosas, como hacen algunos niños que tienen pataletas. Eso tampoco, tampoco es excusa. Él también está triste, muy triste, de hecho, y se aguanta…

El monstruo -piensa el niño- es un como un niño que no ha crecido… Y a cambio, él ha tenido que crecer muy deprisa para controlar al monstruo, contenerlo y saber lo que le conviene.

El niño debería tal vez odiar al monstruo, pero no puede. El monstruo es demasiado egoísta y débil como para no tener piedad de él. Y el niño es demasiado fuerte y bondadoso como para odiar a alguien.

Muchas noches, el niño contempla el cielo desde la ventana de su habitación y pide deseos. No sabe qué desea ser cuando sea mayor pero siempre pide que, pase lo que pase, nunca (aquí sí que dice la palabra nunca) llegue a convertirse en monstruo. Y suplica que si algún día le sucede, algún niño como él esté a su lado para taparle con la manta y se atreva a decirle que es un monstruo. Seguramente cuando te das cuenta de que eres un monstruo es cuando puedes empezar a dejar de serlo, nunca antes… Nunca, esa palabra otra vez.

El niño ha visitado muchos médicos. Médicos de esos que te curan con palabras. Le preguntan cómo está y qué necesita… Y el niño no lo entiende porque realmente quién tiene problemas es el monstruo, pero a él nadie le pregunta nada, seguramente porque no saben que el monstruo es un monstruo o tal vez… ¿Les da miedo a ellos el monstruo? ¿Por qué nadie cura a los monstruos ni se preocupa por ellos? ¿Por qué nadie aleja a los monstruos de los niños? ¿Por qué existen los monstruos en lugar de los padres?

El niño está convencido de que los monstruos necesitan muchas palabras para curarse… Escucharlas y decirlas, en voz alta, pero sin gritar… Palabras de esas que se te acumulan dentro y hacen que te duela la garganta, como cuando quieres llorar y reprimes lágrimas… El niño imagina a veces que el monstruo acumula lágrimas y no sabe llorarlas. Y el pobre se cree que gritando saldrán, pero aún se le quedan muchas más encerradas en el pecho.

Por suerte, el niño llora. Aprendió hace mucho, cuando se sentía solo sin nadie y sin nada… Nadie y nada… Dos palabras más para la lista… Y cuando llora, es como si todo lo que le araña le saliera de dentro, como si las lágrimas fueran palabras… Por eso él no grita, porque no le hace falta. Porque a veces está tan triste que se ahoga en su llanto y luego se siente invadido por la sensación de haberse arrancado la pena y el asco que siente…

Ahora que lo piensa, se da cuenta de que cuando crezca, se convertirá en un médico de monstruos, para curarles de la penas que les hacen gritar y así liberar a los niños como él.

O tal vez sea médico de niños que viven con monstruos… No lo sabe todavía.

Uno médico de esos que te curan con palabras si las quieres escuchar.

Escribí este pequeño cuento hace mucho tiempo para un libro que nunca vió la luz…

Gracias por leerme… Escribo sobre lo que siento o he sentido y el camino que he hecho hasta llegar aquí (aunque todavía estoy a medio camino de algún lugar). En este camino he aprendido poco a poco a aceptarme y amarme (aún me falta mucho, soy consciente).

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”.

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional. 

www.merceroura.es 


1 comentario

Deja que pase


Dejar de sujetar por si se cae.

Dejar de cargar y arrastrar porque nadie más lo hace si sueltas.

Dejar de insistir si ves que no hay respuesta al otro lado.

Dejar de vigilar y hacer guardia, porque ya sabes que no puedes controlar nada.

Dejar de esperar.

Dejar de acumular.

Dejar de ocultar lo que sientes.

Dejar de mirar a todos lados para prevenir el desastre.

Dejar de caminar y parar un rato para notarse los pies.

Dejar de imaginar y respirar el aire que te llega ahora a los pulmones.

Vivir a corto plazo. Sin equipaje. Sin más sueño que el de llegar a la esquina con ganas de contemplar qué hay en la esquina.

Sin más pasado que una anécdota divertida de una mañana de lluvia.

Sin más futuro que sentarse esta tarde ante un pedazo de mar y mirar las olas.

Dejar de manipular las palabras que te han dicho mentalmente para que parezca que los demás te necesitan.

Dejar de darle vueltas a los pensamientos de siempre esperando que alguno de los que nunca te sirvieron de nada te sea útil ahora.

Dejar de culparte por todo y de no responsabilizarte de nada.

Vivir sin sacrificio, sin más esfuerzo que el de poner el alma en lo que haces. Vivir sin que cueste, sin que rompa, sin que rasgue, sin que arañe, sin que cada día sientas que te das a luz a ti mismo.

Dejar de mediar y evaluar.

Dejar de mirar al mundo y ver solo el sufrimiento.

Dejar de conspirar contra ti y de sabotearte.

Dejar de hacer de forma compulsiva para evitar el dolor de reprocharte que no haces nada.

Dejar de querer acertar en todo y no fallar nunca.

Dejar de llorar para que alguien se apiade de ti y empezar a llorar para aliviar tu tristeza y sentirla de verdad.

Dejar de hacer esperando un resultado.

Dejar de necesitar que te vean y valoren.

Dejar de buscar fórmulas mágicas… Arriesgarse a permitir que la verdad te estalle en la cara aunque sea cruda.

Sí, lo siento, dejar de soñar si soñar te mata este ahora o aprender a soñar sin apegos, desde el amor y no desde la carencia.

Dejar de esperar que esa persona que ves en el espejo cambie y empezar a mirarla desde ahora con amor.

Dejar de esquivar a tu miedo y sentarte con él a mirar las nubes y descubrir formas.

Dejar de buscar un destino y dibujar un camino que ames.

Y dejar que pase. Que se rompa. Que se vaya. Que se estropee y se deje de usar. Dejar que se caiga. Que se arruine. Dejar que la vida arrase a su paso con todo lo que no puedes controlar… Permitir que falle, que estalle, que se derrumbe, que no haya más solución que volver a empezar o dejarlo correr para siempre…

Dejar que se quede o que se pierda. Que huya y no vuelva jamás y que no pase nada.

Dejar que no salga bien. Dejar que el silencio lo cubra todo y de buscar palabras para demostrar ni parecer ni reprochar. Dejar que no te quiera y declararte en bancarrota emocional… Vivir ese miedo a estar solo. Vivir ese dolor de no ser amada, vivir ese cansancio absoluto de haberlo intentado todo y ya no poder más…

Y decidir dejarlo pasar. Dejar de intentarlo y descansar ya de una vez.

Vivir sin resentimiento. Rendirse a la vida porque ya es evidente que estás de paso, que no decides casi nada, solo cómo vives lo que te toca vivir, y dedicarse a respirar.

Abandonarse a la vida, permitir que la gravedad siga su curso y puedas caer y rodar, quedarte suspendido en un momento sin que haya más que ese momento… Bailar con este ahora sin que importe cuándo acaba el baile… Dejarte llevar por la noche sin que importe cuando amanece. Dejarte vivir. Dejarte en paz.

Y dejar que la vida te cuente esa historia que hasta ahora no has querido escuchar…

Deja que pase.

Gracias por leerme… Escribo sobre lo que siento o he sentido y el camino que he hecho hasta llegar aquí (aunque todavía estoy a medio camino de algún lugar). En este camino he aprendido poco a poco a aceptarme y amarme (aún me falta mucho, soy consciente).

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”.

En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Si quieres saber más de mí, te invito a entrar en mi web y conocer lo que hago. Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional. 

www.merceroura.es