
Perdóname. Me olvidé de ti.
Te perdí mientras buscaba que otros me dieran lo que yo nunca he sabido darte… Amor.
Sí, te lo digo a ti, mujer del espejo, siempre cansada de vivir a medias y harta de que nunca te toque tu ración de vida y felicidad. Siempre esperando que te haga caso y te valore. Que de una vez por todas te quiera, que me quiera a mí.
No es excusa, lo sé… Cuando era niña me contaron que si era buena y hacía «lo que debía» la vida iba a recompensarme o al menos «no castigarme tanto». Que si lo pasaba mal y me sacrificaba, tendría premio. Que si me esforzaba mucho para hacerlo todo perfecto, mi vida sería perfecta y ejemplar. Que si me dejaba a un lado y ponía a los demás por delante de mí, ellos harían lo mismo.
Está claro que no era cierto. Cuanto menos te das, menos te dan. Cuanto menos te ves, menos te ven. Cuanto más te dejas de lado, más de lado te dejan.
Me pidieron que viviera con ojo siempre abierto por si la vida estaba al acecho. Me aconsejaron que no me fiara de nadie. Que no descansara nunca y siempre, siempre estuviera dispuesta para todo y me esforzara al máximo.
Y yo de eso me quedé con la idea de que no valía mucho y con ese poco valor tenía que estar siempre pendiente de lo que necesitaba el mundo para satisfacerlo, para que no se me pasara la vez y la suerte me pasara de largo.
Y, a pesar de que es cierto, que hay que vivir despierto y cazar al vuelo las oportunidades, es todavía más real que no podemos vivir pensando que valemos poco y que tenemos que dar más que otros para compensar esa insignificancia. Que tememos que demostrar para que otros nos vean, que tenemos que estar dispuestos a soportar de todo porque es la única forma de que así crean que «valemos la pena».
No podemos ir por la vida como si fuéramos una ganga ni ponernos de oferta.
No podemos estar siempre disponibles para otros porque eso significa no estar nunca disponibles para nosotros mismos… Y ratificar a cada paso que damos esa sensación repugnante de tenernos que ganar el afecto con sacrificio, con esfuerzo doble, con más tesón que los demás porque partimos desde más lejos… Porque no merecemos lo mismo.
No es ser egoísta ni dejar de pensar en los demás, es empezar a pensar en ti.
No es no dar, es darse a uno mismo y luego compartir desde ese amor restaurado.
Es vivir desde la confianza porque sabes que no hay nada en ti indigno que merezca un ataque.
Es compartir siendo consciente del regalo inmenso que es estar contigo. Porque una vez que te conoces, que te das, que te compartes, que te valoras, sabes que aquello que aportas es valioso y maravilloso para otros. Como lo que otros comparten contigo también lo es.
No es ponerse en un pedestal a uno mismo, es bajar a los demás de sus pedestales y descubrir que estás a su altura. Dejar de mendigar que te hagan caso. Dejar de pedir. No tener que negociar mínimos. Dejar que fluya y que sea. Respetar y ser respetado.
Amar sin tener que estar controlando normas y repasando límites porque te valoras tanto que ya queda claro que no se juega contigo.
Y desde ahí, desde ese reconocimiento por lo que eres, darlo todo porque lo tienes todo, porque lo eres todo… Sin etiquetas ni más normas que el respecto y la compañía. Sin miedo a perder ni perderse. Sin miedo a dejarse llevar. Sin miedo a dar de más y de manos. Sin tener que poner nada en la balanza porque el equilibro es muy evidente. Sin luchar por ser amado o ser visto o ser atendido porque ya llega solo.
No es egoísmo es reconocer tu valor y saberte valioso. Es notarlo tanto y tan dentro que nadie lo duda y se transmite en cada uno de tus gestos y tus actos. Y eso no solo hace que te vea como realmente eres. Te permite ver a los demás como realmente son.
Es sacarse la máscara de niño bueno y vivir como una persona sin etiquetas, sin tener que fingir nada. Sin tener que parecer.
No eres una ganga. No estás de oferta. No tienes que ponerle la vida fácil a los demás y complicarte la tuya para que te quieran y te den tu espacio. No tienes que ganarte nada, ya es tuyo. No tienes que dar el doble para conseguir la mitad. Eres tu prioridad.
Perdóname. Insisto. Me creí que no merecíamos nada y no he hecho nada para remediar esa barbaridad… Me contaron que debía dejarte para el final y así sería feliz e hice caso. Era mentira, es evidente. Hoy te rescato y te doy tu lugar en mi vida. Te lo mereces todo, deja de dudar.
Sé que te he rechazado cada día durante años porque no supe comprender lo maravillosas que somos… Porque con ese dolor acumulado dentro te vi distorsionada ni supe encontrar tu belleza y tu bondad. Ahora te miro y no comprendo cómo no supe comprender lo mucho que llevas dentro por compartir y tu capacidad de amar desbordante.
No sigas pensando que quererte es un esfuerzo o que para estar contigo hay que pensarlo mucho. No sigas pensando que tu compañía cansa y que molestas, estorbas o estás de más. No te creas ya que necesitas pagar peajes para que te hagan caso y que si te permites que te dejen para luego, te agradecerán el sacrificio. No toleres más medias verdades, ni cobardías porque te asuste descubrir que no importas suficiente y que no te pueden dar más. No esperes a ser reconocida por nadie nunca más.
Perdóname. Me perdono. Volvamos a empezar. Estamos juntas en esto… Ahora voy a mirarte, honrarte y respetarte para toda la vida. Mi primer compromiso es contigo y así podré dar hasta el infinito a los demás sin que nos quedemos rotas, vacías, enfermas y decepcionadas.
Ahora nos toca a nosotras.
Basta ya de dudas. Basta de titubeos. No he sabido quererte, pero estoy aprendiendo… ¿No lo notas ya?
Un abrazo, mi yo querida e ignorada hasta ahora. No te preocupes, voy a darte tu lugar.
Gracias infinitas por leerme.
Si quieres saber más sobre autoestima te recomiendo mi libro “Manual de autoestima para mujeres guerreras”
En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida… Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.

Si realmente quieres un cambio en tu vida, tengo una propuesta para ti. Un programa para tomar decisiones y salir de bucle en que te encuentras. Un entrenamiento exclusivo que en 40 días te permitirá reconocer tu potencial e ir borrando poco a poco las creencias y hábitos que frenan tu autoestima y tu evolución… ¡Echa un vistazo y toma ya esa decisión que puede cambiar tu vida! ¿Te acompaño?
Toma decisiones y cambia tu vida en 40 días
Si quieres más información de mi trabajo, te invito a entrar en mi web.
Acompaño a personas y organizaciones a desarrollar todo su potencial a través del coaching, el mentoring y la Inteligencia Emocional.