merceroura

la rebelión de las palabras


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Extenso inventario de posibilidades


 

No soy el sueño y soy la vigilia. La eterna oruga que metamorfosea y está a punto siempre de ser mariposa. El candado abierto de tu armario secreto. La espiga que colocan en los ramos de flores y que nadie ve. El botón de la camisa que dejas sin abrochar, el mechón de cabello que cae sobre la frente y la baldosa que salta cuando pisas firme.

Soy la tortuga, nunca la liebre. La pared maestra que todo lo sujeta, no el tejado. La ladera por la que se sube a la montaña, no la cima.

Soy el camino que lleva a casa, el aire que agita las ramas de los árboles, el meandro de un río largo, la concha del cangrejo ermitaño. Soy la tarde que se acaba esperando una llamada que no llega.

Soy cada uno de los troncos que arden en la lumbre y el cúmulo de hojas secas que se acumulan ante tu puerta en otoño. Soy su picaporte cansado y la silla que espera a que te sientes. Soy el grillo que canta, el viento que golpea las ventanas, el amarillo del sol y el gris plata de un cielo que está a punto de caer sobre tu cabeza y dejar que la lluvia nos aclare las ideas.

Soy el mar más bravo y la roca más quieta. El olvido más deseado y el recuerdo más vivo e insistente. Soy la esquina y la plaza desierta con cinco palomas que miran con sus ojos inquietos a dos ancianos que repasan sus vidas. Soy el letrero de “Se busca” y un par de zapatos rojos esperando que te los pongas para ir de caza. Soy el olor a canela en la cocina y el beso inesperado en el parque.

Una de esas flores malvas que nadie sabe como se llaman y que acaban invadiendo a las margaritas en los márgenes de los caminos. Una de esas hierbas silvestres que cubren la tierra de verde y dan color al paisaje.

Todas las motas de polvo y partículas en suspensión de tu aire. Todos los sueños viejos que sacas a paseo cuando te sientes acorralado y haces inventario de quejas y lamentos. Todas las horas tontas de cansancio cuando no suportas habitar tu vida y el miedo te sacude las entrañas. Las sacudidas y los golpes que moran en tus sienes. Las caricias acumuladas en el deseo que nunca materializas…

Soy el paso lento y el trote. Soy más el pañuelo que el llanto, la risa que la anécdota, el rocío que la lluvia… Soy el bálsamo que aturde y calma un rato, el lecho cóncavo donde refugiarse de las miradas extrañas. El abrazo conocido y cálido, la brecha en la que colocar el amarre para no caer al vacío cuando te das cuenta de que te has quedado solo…

Soy el canto de río y el campo de heno. El día perdido buscando una excusa, la palabra que no encuentras pero que casi pronuncias… Ese pensamiento que necesitas, esa decisión que quieres tomar y no te atreves. Todas la veces que pensabas que serías capaz pero que al final se quedaron en intenciones.

Soy los cimientos que sujetan la torre más alta, la raíces que sueñan ser ramas, la noche que anhela ser madrugada, la boca que desea ser beso y busca a tientas otra boca…

Soy cada una de esas infinitas posibilidades de tu vida…

Soy la hormiga, no la cigarra. Aunque envidie su mente despreocupada y su descanso inconsciente. Soy la cáscara y no el huevo, la tela y no la araña. La cebra que busca al león y el río que busca al mar. El agujero en el muro por el que se filtran secretos y mensajes, la calle que lleva al bar donde todos comparten mesa. El espejo en el que al mirar puedes contemplarte el alma y la conciencia, el sombrero que agiliza las ideas y el paraguas que atrae la lluvia.

Soy la tortuga que siempre sigue en la carrera a pesar de que la liebre parece que gana. La oruga que mantiene la esperanza y cada día se busca las alas. Soy las alas…

 

 

 

 

 


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Cuatro cosas que intento recordar siempre…


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Nunca digas que no, si quieres decir que sí.

No te pierdas la fiesta ni la oportunidad. Un “no” mal colocado hace caer el castillo de arena… Y los castillos de arena son el pan de los sueños, el material básico donde edificar las alegrías venideras… Si dices no y sueñas un sí, te cortas las alas… Y los deseos se cohíben, se comprimen, se desvanecen. Si los niegas, si los asfixias al llegar a tu boca, si les restringes la entrada a tu mente… Se dan por aludidos y huyen… Buscan otra cabeza donde morar y te dejan sin ganas, sin fuerzas, sin sueños. Si todo eso te abandona, serás una muñeca simple, vacía, de sonrisa estática y mirada floja. Tendrás sueños de plástico, amigos de plástico, pasiones de plástico… Tu vida plastificada se hará eterna.

Tampoco digas que sí, si deseas decir que no. No vivas la vida de otros, no confundas sus sueños con los tuyos, no seas títere ajeno ni propio. No confundas lo que quieren otros con lo que quieres tú. No inventes un tú que guste, que satisfaga sólo a los demás. No eres de goma, ni de espuma, ni de material volátil ni inflamable… No te escondas en un cajón por desuso, ni te guardes en una arca ni te expongas en un escaparate por ser distinta… Eres distinta y eso te hace grande. No puedes cambiar de facciones cada día ni esperar a que sople en viento para saber hacia adonde caminar. Hay gente así, es cierto, es de plastilina. Toma la forma que le piden a cada momento, pero su forma es inestable.

Nunca te sentirás bien si esperas que te aplaudan todos. A veces, basta que brilles un poco para que algunos intenten cazarte como a una mariposa. Es lo que hacen los gusanos, sueñan con cazar mariposas porque ellos no se deciden a hacer su metamorfosis… Muchos querrán que no vueles y te dirán que no puedes y se reirán de tus alas. Son los que se ponen a mirar a los que corren durante la carrera y en lugar de animarles para que lleguen a la meta, critican sus muecas de esfuerzo y cansancio. Para muchos es más fácil intentar pisar los sueños de otros que tenerlos propios… Intentar apagar el brillo ajeno que levantarse e intentar brillar por si mismos cada día. El miedo a veces te hace huir o te paraliza y otra veces te convierte en estúpido. No hagas caso. No les escuches, al contrario… Brilla más, vuela más, ríe más… Sé más tú que nunca, diferénciate más, siéntete más orgullosa de ese brillo y harás que sea más intenso. Y compártelo con los que se acerquen a ti con cariño, eso te hará inmensa, imparable. Contagia tus ganas de mejorar…

Y no olvides que nunca serás perfecta, pero puedes ser maravillosa. La perfección es terrible, coarta las fantasías y es poco estimulante. Quien te quiere siempre sabrá que estás buscando una meta y te tenderá la mano. Quien no te quiere, te pondrá piedras en el camino, ignorando que con ello no hace más que darte aún más fuerza y más ganas de llegar.


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Métete en mi vida


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Métete en mis asuntos. Aunque… Luego no digas que no te he avisado. No pongo el freno, casi nunca. La mayoría de veces salgo volando y en pleno vuelo, me doy cuenta de que tengo las alas en casa. Y aún así no me estrello nunca, porque vuelo de oído y recuerdo. Porque con el paso del tiempo ha aprendido a calibrar las azoteas y esquivar las antenas… Porque soy de pluma y viento. Mi substancia cambia de forma y estado y cuando toco suelo, soy vapor.

Y cuando camino tampoco es fácil seguir mi paso, mis pies oyen la música y se deslizan sin pausa mientras mi cabeza sueña y busca. Tengo mucha prisa siempre para no perderme nada, poner los cinco sentidos… Siempre he tenido la sensación que hay algún lugar que debo ver y no encuentro, alguna persona que debo conocer y no veo. Busco su nombre, que está escrito en la cima de una montaña que debo pisar y no piso, para contemplar un valle, al que debo llegar rodando y no llego. Si paro, en otra dimensión hay una yo que alcanza la meta y colma sus sueños… Y pierdo la partida. Si bajo la guardia, las esquinas de mis ojos se pierden el crepúsculo o la suave caída de una hoja, que podría inspirar el más hermoso de los versos y sacudir la más tremenda de las conciencias. Detener una batalla, componer un vals… Avivar un fuego que se apaga. Todo es una cadena de acontecimientos sucesivos que nacen y mueren en un devenir constante, que no se explican unos sin otros, donde todo no tiene ni principio ni fin. Si callo, si me entretengo, la cadena se rompe, la historia se detiene… El milagro se funde y la esperanza sigue vagando hasta encontrar una nueva mente que ponga en marcha el engranaje y todo vuelva a empezar… Aunque ya es distinto, ya no lleva escrito el mismo destino. Nuestra historia cambia a cada instante que escogemos un camino…

Métete en mis asuntos. Ven, vamos… Pero no tendrás tiempo de cerrar puertas ni lamerte heridas. Lo mío es arrasar noches y buscar ventanas por donde colarnos en la vida que deseamos. Dibujar una escalera y subir por ella sin mediar instante. Trepar hasta el árbol más alto y buscar el horizonte más lejano, tragar tierra y no parar más que para acariciar la hierba cuando no recordemos como huele. Cuando no nos notemos las orejas porque están heladas y nos besemos con la nariz como los esquimales.

Acércate… Atravesaremos este otoño ocre y no pararemos hasta que el sol de verano nos queme la nuca.

Métete en mi vida pero no me vengas con miedos. Si se te encogen las entrañas en la cumbre y el vértigo te puebla las sienes, te acercas a mi hombro y buscas mi mano. Así aguantarás la sacudida. Y no me digas que no puedes, que tienes frío o que estás cansado. Por si te oye un pájaro y para el pleno vuelo, tal vez detengas una revolución necesaria o cambies el curso de los días.

No te asustes, ven. Sigue el hilo y algún día encontraremos la madeja… Tanto ir de acá para allá, asaltar fortalezas, y hacer tambalear imperios, necesito abrazos. Busco morada y besos. Busco reposo para mis ojos y calor para mis madrugadas. Alguien que me oiga el rezo y me cubra con la manta cuando me llegue el sueño. Alguien que se meta en mi vida y sepa que muchas veces tendrá que acariciar mi sombra. Prometo amor inmenso y desenfreno. Prometo risa y riesgo. Prometo cansancio y lluvia… Mucha lluvia, a veces helada… A menudo, en pleno vuelo, me doy cuenta de que no llevo el paraguas.