merceroura

la rebelión de las palabras

38 grados

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Ayer me quedé totalmente revuelta. Estaba en una fiesta infantil con niños y niñas de siete años y viví de cerca el acoso escolar. En una forma muy incipiente y rudimentaria, tal vez, pero lo suficientemente clara como para que algunas de los criaturas allí presentes, se pasaran gran parte de la tarde en un rincón intentando no molestar, creyendo que no son suficiente, pensando que no merecían estar bailando con los demás. Todo porque alguien, una niña de siete años, se ha otorgado el poder de decidir  quién puede o no bailar según su criterio. Tú sí, tú no. Tú vales y tú te sientas en el rincón y te callas. Y no se lo hicieron a una sola niña, se lo hicieron a dos o tres. Su forma de divertirse ayer por la tarde no era bailar (aunque según parece, lo deben hacer muy bien ya que imponen sus normas) sino vejar y humillar a otros. El baile es la excusa. Mañana será otra cosa.

El caso es que la situación me pareció tan triste, no sólo porque le amargó la tarde en parte a quién celebraba el cumpleaños que miraba perpleja la situación, sino porque todos se escandalizaban y nadie hacía nada. Y al final, a riesgo de buscarme problemas, no pude más y detuve la fiesta un momento para abordar la situación.  Porque tenía la sensación de que si nadie decía nada en voz alta, les estábamos dando a entender que aquello nos parecía bien, que aceptábamos que los que se creen fuertes hagan sus normas y los demás las acaten. Que nosotros acatamos que haya niñas que no bailan porque otras consideran que no son dignas.  Y no podemos ser partícipes ello, ni como madres y padres ni como sociedad.

Sería como saber que estamos enfermos y no querer curarnos. Cuando nuestros hijos tienen fiebre, les damos una medicina para bajar la temperatura… ¿Por qué cuando no se compartan bien o necesitan una charla escurrimos a veces el bulto? La indiferencia y la tolerancia ante este tipo de actos les van a perjudicar más que los 38 grados que nos afanamos a bajar y que tanto nos alertan.

Tal vez muchos pensarán que es una chiquillada. Aunque el acoso empieza así, con una chiquillada que se tolera. Uno abusa de otro y nadie se atreve a alzar la voz para decir que no está bien, ni a abordar el tema. Todos asienten y el acosador, que es alguien que lo que hace es pedir ayuda a gritos porque en realidad tiene mucho miedo, se siente legitimado para seguir. ¿Por qué pasan estas cosas?

La verdad es que me sentí desbordada. No sabía cómo actuar, no soy experta, pero sentía que debía hacer algo. Como madre, como persona, como parte de una sociedad que no puede seguir aguantando estas situaciones. Si callaba, me convertía en cómplice.

De modo, que les dije que pensaba no estaba bien. No sé si sirvió de nada y tal vez hoy algunos de ellos recuerdan a una madre loca que decía sandeces y no les dejaba escuchar la música. Aunque alguien les tenía que decir que tienen mucha suerte de ser diferentes unos de otros, que deben respetarse y aprender de esa diversidad. Que cada uno baila a su modo, por suerte… Que eso no significa que no puedan bailar porque lo que cuenta es divertirse y compartir. Que hay quien baila y quien acaba cuidando ancianos, operando personas y cambiándoles el corazón enfermo, quien defiende los derechos de las personas en un tribunal, quien escribe noticias, quien ayuda a personas que se quedan sin casa, quien corre maratones y quien habla cuatro o cinco idiomas.

Alguien debía decir que cuando un grupo de tres personas se ríe de otra hasta hacerla sentir ridícula porque no baila bien, tiene un problema grave. De autoestima, de valores, de no saber divertirse si no es humillando a otro, de falta de atención…

Alguien debe decirle a los que se sientan en un rincón que no tienen por qué. Que justamente cuando se sientan se convierten en víctimas, que justo lo que deben hacer es seguir en la pista y bailar más, hasta que sus acosadores se den cuenta de que no les afecta para nada su opinión  y les dejen en paz… Porque sólo les interesan las víctimas, las personas a quienes consideran débiles… Si mostramos nuestra fortaleza, nunca somos víctimas y dejamos de interesarles. Aunque eso, ¿cómo se lo cuentas a una niña de siete años que sólo desea formar parte del grupo y ser aceptada? Tal vez con cariño, poco a poco, con palabras, encontrando una forma de que se suelte y te cuente qué siente y  cómo le afecta.

Comunicarnos es tan importante, para todo. Para evitar gritos, para evitar patadas… Para tender puentes y abrir caminos de ida y vuelta para que nada sea irreversible. Debemos darles herramientas a nuestros hijos para saber cómo actuar y ayudarles a crecer en estas situaciones para que no se sientan desamparados y desesperados. Educarles para sacar de dentro sus propios recursos y valorarse como merecen.

Y a los que acosan. Alguien debe ayudarles a hurgar en sus vidas también para que sean plenas sin tener que amargar a otros. Alguien debe preguntarse por qué pasa lo que pasa y además de paliar los afectos, atajar las causas. Alguien debe ayudarles a construir su puente también, para que vuelvan a disfrutar desde el cariño y el respeto.

Ayer me sentí muy impotente y creó que a pesar de mis intentos fracasé. Lo sucedido removió mi pasado y puso en alerta a la niña triste que se sentaba en un rincón… También pensé que si yo puede superarlo y aquello me hizo fuerte, ellos también podrán… Aunque dado el nivel que está alcanzando el acoso los últimos tiempos, creo que tenemos una obligación como sociedad.

Debemos educar. Desde la escuela y desde casa. En todas partes. Dar un mensaje claro. No se pueden aceptar estos comportamientos nunca. Desde la primera alarma, por pequeña que sea, debemos ser tajantes. Enseñar a respetar y aceptar la diferencia, sea la que sea. Para que se aprenda a vivir como una riqueza y no como un inconveniente. Mostrarles que el mundo es rico cuando más diferencias existen.

Debemos tener el valor de decir que no y plantar cara, aunque cueste y algunos nos miren mal porque crean que “son cosas de niños”. Que dos criaturas se queden fuera de una fiesta, creyendo que no son nada, porque otras dos consideren que no se merecen estar en ella y les echen,  no son cosas de niños, son cosas de tiranos, de dictadores y nosotros somos los vasallos de esos dictadores si no lo atajamos y les decimos que no lo vamos a cosentir.

Si miramos a otro lado, esta espiral sigue. Hasta amargar la vida de criaturas que no se atreven a decir nada por miedo a sufrir aún más. Hasta que es tarde. Hasta que nos ponemos las manos a la cabeza y nos saltan las lágrimas.

Educar es duro y complicado. No creo que haya en la vida tarea más apasionante y difícil. Cada gesto, cada palabra, cada mirada calan en los niños y les envían un mensaje… Aunque casi nada es irreversible. Todo puede compensarse si hay ganas y amor por ofrecer. Podemos pedir ayuda a especialistas y trabajar con sus maestros, tejer complicidades y no temer admitir que muchas veces la situación nos desborda.

Nos preocupamos mucho por 38 grados y no sabemos poner el termómetro a nuestra relación con nuestros hijos. No sabemos notar cuándo decirles lo necesario y qué decirles para que se sientan bien consigo mismos y no acepten regateos ni chantajes a su autoestima. Para que no sean acosados ni acosen. Para que cuando su equilibrio se resienta sean capaces de contárnoslo y busquemos soluciones. Para que nunca se cuestionen si valen la pena, ni escuchen a aquellos que intentan vulnerar su estabilidad… Para que sean ellos mismos y se sientan bien con ellos mismos… Para que bailen sin preocuparse de si gustan o no. Para que bailen porque gozan bailando y derrochando felicidad. Para que nunca duden de que pueden ni se atrevan a cuestionar a otros por la misma razón… Para desterrar la culpa, el resentimiento y el miedo a existir tal como somos.

Aunque, tal vez, lo que hacen nuestros pequeños no es más que emular lo que hacen sus mayores… Por eso, quizás, debemos empezar también por nosotros mismos y ver qué estamos haciendo mal para que nuestros hijos nos copien. Porque los niños nunca hacen lo que les dices que hagan, hacen lo que ven que tú haces… Hagámoslo bien, lo merecen y lo merecemos.

Estamos a 38 grados como sociedad y va en aumento.

 

Autor: merce roura

Amo la imprudencia de mis palabras...

55 pensamientos en “38 grados

  1. Muchas gracias, Mercè. Yo también era de las que creció sentada en un rincón. Y habría agradecido mucho a una madre como tú cerca… Felicidades por ser así.
    Un abrazo

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  2. Totalmente cierto cuanto dices, y he visto situaciones como la que describes muchas veces en el entorno de mi hija, que ha sufrido acoso escolar permanente y sutil, que le ha hecho mucho daño, derivando en un fracaso escolar, que empieza a producirse después del fallecimiento de su padre(a los nueve años). Y a todo esto con un TDAH que no fue declarado tal hasta los 19 años (sí, 19) a pesar de todos los gabinetes psicopedagógicos de los tres colegios de renombre a los que la llevé y psicólogos particulares. En fin, no me gusta la sociedad que hemos ido construyendo, uno tiene que vivir no sobrevivir.

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    • Vivamos! María, mucho ánimo y fuerza, seguro que tu hija lo va superando porque te tiene y la ayudas. Recuérdale siempre que es maravillosa y que no haga caso a nadie que le niegue eso porque no merece la pena. Un abrazo 🙂

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  3. Gracias
    fantástica Blog
    Buena suerte
    @@@

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  4. y yo me pregunto donde estaban los padres de la niña que acosaba y los padres de las niñas acosadas?

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  5. El problema empieza en los padres que hacen y crean esos pequeños monstruitos con mil disculpas que es que son asi y cuando tu reprendes ellos consienten y en los docentes que ven lo que pasa en aulas y recreos y miran para otro lado porque el papa o la mamason mimiembros del ampa y no quieren problemas. Una vergüenza que por desgracia puede acabar en una tragedia

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  6. Si sólo paraste un momento la fiesta y le echaste la bronca, fuiste muy leve. Yo soy la que está dando la fiesta y le pido a la madre de la criatura que por favor se la lleve. Y se lo digo en voz alta, delante de todos los niños, para dejar claro que la situación no solo está mal, sino que además es intolerable.

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    • Hola! no sólo la paré, lo hice todo en voz alta, sin la música que hasta entonces sonaba… Lo tuve que hacer sola, sin ayuda de otros padres o madres que miraban a otro lado. Y la madre o padre de la niña en cuestión no estaba… Quedó claro que es intolerable y así lo expresé. Es más, tendrías que ver con qué cara me mira la niña cada vez que me ve en la puerta del cole… La próxima vez te llamo 🙂 gracias!

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  7. Me ha encantado tu post. Me gusta que por fin alguien se atreva a decir que no son cosas de críos, que alguien haya tenido el valor de parar ese comportamiento habiendo unos padres delante que no hacian nada, de tener el valor de contarlo en la red y de dar ejemplo a unos niños asustados.
    Recuerdo de pequeña a los típicos niños y niñas que intentaban imponerse a los otros, recuerdo no entender el pasotismo de sus padres, y recuerdo haber acabado siendo una víctima más en el instituto, cuando ya creí que eso era lo normal, que yo no era suficientemente buena.
    Como tu dices, los adultos tenemos que dar ejemplo, así que me encanta que exista gente que pare este comportamiento. Gracias por el post.

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  8. Hola, Merce, hiciste lo que hay que hacer. No sientas que debes de pedir disculpas, tu actitud es la correcta y la más saludable. Me gusta mucho un dicho africano que dice que a un niño lo educa un pueblo. Quiere decir que todos somos responsables de lo que aprenden nuestros niños y jóvenes. Si no corregimos lo que está mal hecho, no educamos. Yo soy profesora y corto estas actuaciones de raíz cuando las veo.Un abrazo.

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    • Muchas gracias! estoy muy de acuerdo con ese dicho africano, lástima que nosotros no lo aplicamos, tal vez antes más aunque no soy de esas personas que disfruta pensando que antes todo era mejor.
      Me gusta esa idea de sociedad educadora donde nadie mira a otro lado y comparte la responsabilidad de ser una pieza más para mejorar la sociedad.

      Un abrazo 🙂

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  9. Hola Merce. Obraste adecuadamente. como se debe hacer. Ante una injusticia si callamos, somos tan culpables como quien comete dicha injusticia. Hay que ponerse en la piel del otro y pensar que si algo no nos gusta que nos hagan, tampoco puede gustarle a esa u otras personas. Empatizar con el resto de los humanos, es lo que puede salvar que haya niños que se quiten la vida por miedo al acoso que sienten.
    Saludos

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  10. La novela que has escrito está muy bien,pero en vez de dar una charla tendrías que dar ejemplo con acciones, Aver cojido de la mano a esa niña y bailar con ella,para que viera que no está sola y hacer el ridículo si es necesario, tu charla esta bien ahora ponlo en práctica.

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  11. Hoy, Leo este proyecto en al premsa digital, comparto por si os interesa.

    http://www.vilaweb.cat/noticies/kiva-el-metode-contra-lassetjament-escolar-que-impressiona-europa/

    Esta en catalan… Pero seguro que podeis encontrar informació sobre el proyecto Kiva en castellano.
    Me gusta lo que propone, no se centra en el que acosa o en el
    Acosado sino el el Grupo que observa. Interesante!

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  12. Totalmente de acuerdo contigo, como sociedad tenemos una responsabilidad. En Findlandia está teniendo mucho éxito su programa contra el acoso escolar y su base no es educar o fijarse en el acosador, sino enseñar a los que miran, a los que ríen, a los que animan, a los observadores, que eso no está bien, que no se deben reír ni animar al acosador, que deben pararlo o avisar a un adulto. Y el acosador, si no tiene expectadores ya no muestra interés; y los acosados, sino sienten que todos a su alrededor piensan lo mismo que el acosador, se siente menos ridiculizado y más apoyado para hacerle frente.
    Los adultos, al no hacer nada, también formamos parte de los observadores. No hacer nada es igual que reírse o animar al acosador.

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  13. Excelente! 🙂

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  14. No podría estar más de acuerdo con lo que escribes. Pero añadiría que somos su ejemplo y cada vez que huimos de un problema porque no «va con nosotros» o cada vez que bajamos la cabeza ante un acoso «por no empeorar las cosas» estamos enseñando a nuestros hijos a actuar así. Si como adultos no somos capaces de enfrentarnos a otros adultos y pararles los pies no podemos esperar que nuestros hijos lo hagan. Ojalá hubiera más adultas como tú que se atreven con los niños, que es difícil porque como dices se te pueden echar encima un montón de padres diciendo que con su hijo no te metas o que son cosas de niños.

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  15. Reblogueó esto en jav67rod.

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  16. Merce, gracioas por el contenido parido y compartido. Considero que el silencio indignantemente cobarde de quienes ven la practica de vejamen, insulto, humillacion, injuria, calumnia, chisme, murmuración, etc. hacia otro ser humano, SIN HACER NADA, permite, normaliza y fomenta esta conducta violenta hacia lo individual y colectivo social. Es la inoculación de lo vil por sobre la práctica de valores. Nadie me lo contó, lo vivi en carne y espiritu propio. Aqui, evidenciado desde la academia este modus operandi, ejecutado a traves de los mass media, maestros eduvativos para escolares y demás reproductores. Un calido abrazo!!! https://www.academia.edu/8087250/ANALISIS_TECNICO_ACOSO-LINCHAMIENTO_SANDRA_CORREA_LEON

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  17. La duda me corroe… ¿Y qué hicieron el resto de padres y madres cuándo tomaste las riendas?

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  18. muchas gracias por compartir esta experiencia, me siento así muchas veces y yo soy de las que no me callo, y me meto en líos por decir en voz alta aquello que nadie se atreve a decir. Mi objetivo es que mi hija pueda expresar libremente cuando algo no le gusta, y lo mas difícil, que tenga los suficientes recursos para que pueda transmitir ese mensaje y que el que lo reciba lo respete, de momento no pasa, pero llegará alguna dia que mi pequeña pueda por ella misma hacer entender que cuando ella dice que no, es no. Y si no me gusta, no me gusta, y debes escuchar porque no me gusta. En fin… seguiremos en esta línea.

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  19. Ser padres hoy en día, parece que se limita a «tener el muchacho» y luego darle un artefacto electrónico para «que no joda mucho». Es increíble cómo todos los días observamos berrinches, pataletas y demás hierbas de niños sin ninguna respuesta de los padres. Y si alguien reclama…pues puede que le digan que el niño es «especial» (para todo hay un síndrome ahora)…o salga Ud. con un insulto imposible de reproducir en estas líneas.

    Excelente aporte.

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  20. Sólo tengo una palabra para describir esta artículo: GENIAL!!

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  21. L@s niñ@s hacen lo que ven que hacen los mayores-dices…y yo añado:lo que les consienten los padres…y si el amor de los padres les ciega…llegan a estos casos, a estos consentimientos….seamos ejemplo para ell@s y enseñemosles a no denigrar…que no nos traicione el cariño ni la desidia excusa de que son «chiquilladas», por que las chiquilladas acaban por hacer un adulto acosador… Gracias por intervenir,aunque en ti no habría tenido ninguna duda

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    • Muchas gracias! realmente, nuestros hijos son el reflejo de lo que ven en nosotros, en la sociedad y lo que les permitimos hacer porque estamos demasiado cansados para decir no o no tenemos ganas… Eso debe cambiar, porque de ello depende su vida y la del resto de las personas que están a su alrededor ) un abrazo!

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  22. Gracias por todo lo que aportas… me parece que es el camino. Excelente articulo.

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  23. Excelente actuación, y excelente artículo, gracias… muchas gracias

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  24. Hola Mercé, como Miquel Ángel he caído en tu blog de casualidad y me alegro de conocer «pequeños» gestos como el tuyo, pues creo que así se hacen los grandes cambios. De pequeña mis amigas y yo nos reíamos de otra niña porque tenía las piernas «en equis», su madre intervino, el director del cole también y terminamos siendo amigas de verdad. ¿Y si la madre y el director no hubieran intervenido? Os doy las gracias, a ellos y a personas como tú.

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    • Y gracias a que tú y tus amigas supisteis daros cuenta de que eso no estaba bien… todos nos equivocamos, reconocerlo nos hace mejores. Tiene que haber la forma de superarlo entre todos y evitar que donde no llegan las palabras lleguen las lágrimas… Muchas gracias 🙂

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  25. Buenas Merce, he llegado aquí de rebote, en una tarde tranquila de domingo y yo tampoco quiero dejar pasar la ocasión de aplaudir tu gesto. Enhorabuena!!!! Enhorabuena y mira que no era la fiesta de mi hijo, pero tanto si se lo hubieran hecho a él como si fuera él quién lo hubiera hecho me habría gustado que alguien hiciera como tu. No podemos (ni debemos) ser partícipes ni cómplices de actos de esta índole ya que son la semilla de de futuros problemas. Seguramente no soy nadie para juzgar, pero considero que hiciste bien y demostraste mucha valentía. Y también enhorabuena por tu relato. Si no te sabe mal lo compartiré en mi blog ya que considero que eso deberíamos hacerlo todos/as. Salud!

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  26. Difícil situación la que relatas, en mi opinión hiciste bien en en mostrarles que es lo que pasaba en ese momento y mostrando que había alguien que lo estaba pasando mal y reflexionar sobre eso es bueno, 7 años es ya una edad donde se pueden abordar esos temas. Yo por mis hijos pie lo menos los dos mayores 12 y 10 si que nos cuentanby sabemos por los profes que trabajan la empatia y taller de emociones pero luego la forma de como lo aplican los críos en sus grupos es diferente. Es difícil pero intervenir cuando vemos algo es importante y positivo, es como cuando vemos que alguien tropieza que nos sale solo el ayudar y levantarle.
    Un saludo
    Jesús Mari

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