merceroura

la rebelión de las palabras

Jacaranda

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Tal vez, algún día los médicos nos recetarán palabras. Nos curarán con ellas. Tendrán que hacer un gran esfuerzo porque deberán encontrar las palabras concretas que necesitamos para curarnos. Al darnos la receta, sabremos lo que nos falta, lo que no recordamos, lo que no sabemos o no queremos saber. Nos escribirán verdades como puños, secretos a gritos… Nos ayudarán a cambiar nuestra realidad ofreciéndonos un nuevo enfoque para nuestra vida… Nos permitirán salir de la rutina.

A veces, sólo será una palabra. Otras, una frase entera. Puede que nos receten libros o incluso diccionarios. Serán a veces palabras poco conocidas y otras palabras veces palabras básicas y tal vez olvidadas por el desuso. Pueden ser palabras en otros idiomas porque suenen mejor o tengan más acepciones… No sólo importará su significado, sino también su forma, su cadencia, su sonido y su música. Las palabras que nos receten, deberán tocarnos por dentro, hacer hueco para crecer y estimular nuestras emociones. Serán palabras que nos sugerirán preguntas que debemos hacernos, que nos arrojarán luz para seguir nuestro camino y nunca nos dejarán indiferentes. Nos supondrán un trabajo, una tarea ardua para conseguir vivir como deseamos y sanarnos. No serviría de nada para algunos recetarles «autoestima» a secas, como concepto, porque suena lejano y demasiado atado a la razón. Tendrá que recetarle un «quiérete mucho» o  un «no lo recuerdas pero eres maravilloso» o  tal vez le recordará momentos felices del tipo «cuando eras niña, te sentabas en las rocas y contabas las olas» o un «cómprate unos zapatos rojos».
No serán palabras al azar, aunque el azar estará de nuestra parte, puesto que las casualidades no existen, sólo existen las causalidades y todo se pone en marcha para ayudarnos cuando buscamos respuestas y queremos cambiar… Aunque muchas de ellas ya las tenemos nosotros y no lo sabemos ni recordamos y nos hace falta que nos las receten.
Deben ser palabras casi mágicas porque vamos a relacionarnos con ellas, van a removernos por dentro y zarandearnos y van a abrazarnos y acunarnos. Van a sugerir y hacernos soñar… Van a redibujar nuestro mundo y cambiarnos la perspectiva. Van a permitirnos mirar al lado desconocido de algunas situaciones gastadas y rutinarias. Van a abrirnos los ojos y despejarnos. Van a darnos alas y permitirnos ver el mundo desde otra distancia.
El médico deberá escucharnos mucho para conocer qué nos mueve y conmueve. Para tocarnos la fibra y activar en nosotros ese mecanismo que nos hace recuperarnos y recordar qué queremos y quiénes somos. Una medicina a la carta… Una terapia genética para el alma.
De hecho, los estudios ya lo avanzan. Somos nuestros genes. Y nuestros genes se activan y desactivan con nuestras emociones. Y nuestras emociones viven de nuestros pensamientos… Y nuestros pensamientos se construyen con palabras y el impacto que tienen en nosotros. Nuestra forma de vivir, soñar y pensar modela nuestras neuronas, actúa sobre nuestras defensas… Lo que pasa en nuestra cabeza pone en marcha un engranaje de hormonas que nos predisponen y regulan…Hay una parte de nosotros que controla nuestro cuerpo gracias a lo que le dictan las emociones. Algunas de ellas hacen que nuestro cuerpo se despiste y ponga en marcha mecanismos para recordarnos que vamos por mal camino, que nos sentimos mal, que no somos quiénes deseamos ser. Nuestros dolores son como palabras por decir, pensamientos enquistados, emociones por aflorar y conocer.
¿Por qué no recetar pensamientos? ¿por qué no recetar imágenes que nos trasladen a otras realidades y nos muestren caminos nuevos para existir tal y como deseamos?¿por qué no recetar palabras que sugieran caminos, que inviten a pensar bien y mejorar? ¿Por qué no recetar mensajes para que nuestras emociones curen nuestro cuerpo ya que a veces pueden enfermarlo cuando no las sabemos aceptar, conocer o digerir?
El médico nos podría recetar un poema, una paisaje acompañado de una melodía, un rato de pensamientos dulces ante la luz de una vela que dibuja formas en las paredes desnudas.
Imaginemos que nos duele la cabeza porque nos sentimos tan solos que ya no lo podemos soportar. Y que el médico escriba en un papel «apuntarse a clases de baile» o «tu vecino sale a correr cada día a las siete» o tal vez, «recuerda que hay mucha gente que te quiere y no les ves».
O sencillamente, escoger una palabra hermosa, que sugiere algo bello y comprender en ese momento algún mensaje que está oculto para el resto del mundo excepto para ti…
Regresar a casa con la receta y que cuando te pregunten qué te ha aconsejado el médico, tú respondas «Jacaranda».
Y descubres que es un hermoso árbol de flores de color violeta. Y sepas que te pide que lo busques y te sientes bajo su sombra, y que en lugar de parecerte una tontería sepas que en lo que te han recetado, además de una preciosa imagen, es un paseo, un vale para que te tomes tu tiempo para existir, para que te calmes, que hagas un viaje hasta encontrar jacarandas y que una vez allí la brisa te toque la cara y te acuerdes de que mereces tu tiempo.
En aquel momento, sabrás que lo que necesitabas era parar y escucharte y recordar que hay mucha belleza que no ves porque siempre estás corriendo para llegar a lugares que ni tan siquiera deseas ver.

Hace tiempo, a otro de sus pacientes amigo tuyo, tu médico le recetó un dragón de Komodo. No entendió nada tu amigo al principio. Y al mirar algunas fotos, le pareció un animal bastante feo. Aunque, en realidad, después de darle muchas vueltas, se dio cuenta de que lo que le estaba sugiriendo el doctor era un viaje a Indonesia y un poco de misterio en su vida… Puede que tu amigo esté aún dando vueltas por el mundo buscando más dragones.

Ahora, cada vez que te sientes cansada, torpe, sola, insignificante y olvidada… Cuando te vienen a la cabeza mil pensamientos funestos, cierras la ojos y dices en voz alta… «Jacaranda» y puedes notar la brisa y saber que lo mejor está por llegar.

Bien pensado, ¿por qué no empezamos ya a curarnos con palabras nosotros mismos sin tener que esperar a que la medicina de este gran vuelco?

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Autor: merce roura

Amo la imprudencia de mis palabras...

22 pensamientos en “Jacaranda

  1. ME toco hondo, siento que es lo que necesitamos, jamas mejor expresado. gracias, tu texto será compartido por millones!

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  2. Hola Mercedes: Comparto contigo la magia de las palabras. Ellas nos anudan o nos liberan y por descontado son las creadoras de «nuestra realidad». Colecciono palabras mágicas desde que era pequeña, de tal modo, que compré una hermosa libreta donde las tengo escritas.
    Pienso que para poder curarnos, necesitamos eliminar de nuestro vocabulario algunas palabras y cambiarlas por otras. Eso nos puede cambiar la vida por eso me gustaría compartir contigo y tus lectores algunas. Por ejemplo: quitar el» nunca o el siempre» y cambiarlas por un «todavía» o «por ahora»… «problema por desafío o reto»…»intentar» por «voy a…» quitar «bueno o malo» y cambiarla por «que gano o que pierdo»… y una de mis preferidas quitar «culpa e introducir responsabilidad»
    Espero que os sean útiles.
    Me gusta lo que escribes por su profundidad. Tu me inspiras

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  3. Pingback: de 28 septiembre a 11 de octubre #PST #WHP #ageingwork | PROMOCIÓN DE LA SALUD Y BIENESTAR EN EL TRABAJO

  4. Me ha encantado. Yo soy médico y me ha parecido genial. ¡Cómo disfrutaría yo recetando palabras¡ Lo comparto, porque creo y es muy cierto que las palabras llegan donde no lo hacen los medicamentos. Un abrazo.

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  5. Me ha encantado!! Esa relación de las palabras como cura… genial!! Vivo enamorada de tu blog jajaja
    No dejes de escribir 🙂 Un saludo.

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  6. Adoro tus palabras. Palabras que enseñan, que transforman, que curan. Un abrazo Mercè

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  7. Palabras, esas cosas que nos llevan al todo o al vacío más absoluto. Palabras como las tuyas hilvanadas con elegancia que me transmiten sentimientos que salen de mis adentros, llenan mi cabeza de palabras de agradecimiento a ti por hacerme este regalo. Hoy, un día en el que duele sentir la vida, esa misma que yo creo con mis palabras y a veces me da miedo vivir. Mil gracias Mercé. Un placer leerte.

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  8. Empecemos.
    Y quizá también ayude que, a falta de una pequeña huérfana que viva en las ruinas de un anfiteatro, tengamos cerca alguien que escuche la palabra dicha.
    ¡Jacaranda!

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  9. Me gusta..me alegra mucho leer dos posts tuyos en una semana..y que sean tan» correlativos»?podríamos decir?..esto de acertar con la palabra exacta que defina y esconda «sentimientos».. Pero tu me entiendes, por que ya nos hemos leido mucho..xeso las palabras, como dices ,al producir una reacción sentimental, pueden cambiar nuestros sentimientos y con ello nuestros deseos,y nuestro camino…y donde ellas nos dirigen,destino o reacción, lo cambian tb..SIGUES ASOMBRANDOME CADA POST POR TU EMPATIA CON LA VIDA

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  10. Mercè, t’ho puc ben assegurar: les paraules curen!! De ben segur que tu ho saps molt millor que jo i que ningú. A las pruebas (las postales que nos escribes) me remito. Un petó guapi ❤

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  11. Reblogueó esto en Una mirada a mi universoy comentado:
    Comparto con vosotros una entrada de mi querida Mercè, que siempre consigue emocionarme.
    En esta ocasión sus palabras me han hecho reflexionar sobre mí misma y me he descubierto en sus letras.
    Qué bonito sería que un médico nos recetara un «quiérete mucho» y nos diera las claves para seguir adelante, pero la realidad es que somos nosotros mismos los que tenemos que coger las riendas de nuestra vida y avanzar.
    Una cita que me ha marcado especialmente:
    «Algunas de ellas (las emociones) hacen que nuestro cuerpo se despiste y ponga en marcha mecanismos para recordarnos que vamos por mal camino, que nos sentimos mal, que no somos quiénes deseamos ser».
    Espero que os emocione su entrada tanto como a mí.
    SGS

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  12. Pingback: Jacaranda | Dalequedale.com

  13. Esta entrada me ha parecido sencillamente emocionante. Tus palabras me han hecho ver cómo me siento ahora mismo… Muchas gracias. Con tu permiso (o sin él) la comparto en mi blog!
    Un abrazo muy grande!

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