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la rebelión de las palabras

Encerrar al ego en el armario

31 comentarios


Cuántas veces nos hemos sentido tan pisados que cuando decidimos que ya no vamos a permitir que jueguen más con nosotros, experimentamos el efecto contrario y nos convertimos en aquello que detestamos. Con todos los ultrajes acumulados en nuestra osamenta, centenares de recuerdos agolpados en nuestras cabezas y millones de palabras llenas de ira esperando salir por nuestros labios… Cuando un día nos levantamos con la fuerza suficiente, la rabia nos vence. Asumimos el papel de depredador porque estamos hartos de ser la víctima.  Ocupamos el papel de tirano, somos el verdugo, el acusica, el que critica, el que tira la piedra y esconde la mano. Pensamos que si mostramos poder y desfachatez nadie nos tocará. Creemos que si no mostramos miedo, no seremos presa. Cierto, somos puro instinto,  aunque debemos recordar que hay muchas maneras de sentirse bien con uno mismo sin tener que demostrar nuestra «falsa fuerza» a cada momento. No nos hace falta marcar territorio, hincar diente ni pisar como antes nos hemos sentido pisados. Por primera vez en mucho tiempo nos sentimos dignos y lo primero que hacemos es traicionar esa emoción… Somos más que eso, podemos estar por encima de ello saliendo de ese círculo vicioso corrupto, esa espiral en movimiento que nunca cesa.

Si antes éramos el cordero y ahora el lobo, algo falla. Nuestro cambio no calma el dolor, lo reubica. Nos da una ligera sensación de alivio, pero es pasajero. Fastidiar a otros nos nos hace grandes, nos empequeñece. El verdadero cambio no es ponerse la piel del lobo y atacar primero para que no te ataquen. Lo realmente difícil es ser el cordero más listo, el más feliz. El cordero que mantiene la calma y no deja que otros le involucren en sus batallas sin sentido, ni en sus guerras absurdas por dedicir quién es el más fuerte. No le hace falta, porque lo que quiere es ser un cordero sabio y no un guerrero que va de golpe en golpe sin más afán que el de demostrar algo que nadie le pide, tan sólo quizás él mismo… El cordero sabio no sigue ciegamente al rebaño pero es capaz de integrarse en él e incluso conducirlo…

Madurar no es tranformarse en un ser insensible para no sufrir. Es aprender a sobrellevar lo que sentimos, mantener el rumbo y los ideales a pesar de lo que digan, no perder las raíces y permitir que nuestras ramas crezcan hasta donde ni siquiera imaginamos. Madurar es tener la piel incluso más porosa y permeable que antes y sentir el arañazo, el sablazo, el dolor de las dentelladas de otros en nuestra carne y saber continuar, saber relativizar, saber pensar en lo que realmente importa y seguir. Darle a todo su justa medida e importancia, tener claro que somos lo que somos y lo que valemos como seres humanos. Madurar no es ser de corcho, es ser más de piel que nunca y adaptarse. Tomar las riendas de tu vida y luchar lo necesario para cambiar lo que te duele y vivir intensamente, aunque a veces el cielo se caiga a pedazos y te falte el aire.

A menudo estamos tan cansados, tan asqueados de recibir golpes y palabras lacerantes, que devolvemos la munición multiplicada por mil. El cuerpo lo pide, cierto. Es tan fácil responder… Cuesta no dejarse llevar por las ganas de una supuesta justicia, que en realidad es venganza, y genera una cadena de sucesos asqueantes que acaba salpicándonos a nosotros. Generamos  complicados mecanismos basados en intrigas que acaban volviendo a nuestra cara en forma de verdad cruda y rotunda. Incluso en ocasiones, ante personas que no son responsables de nada de lo que nos sucede. Necesitamos títeres a los que culpar, en lugar de asumir que nosotros nos dejamos, que permitimos, que casi sin saber asumimos que no éramos lo suficientemente buenos para considerarnos válidos y amarnos. Estábamos equivocados. Lo hemos sido siempre, aunque no lo percibamos.

Despertamos de nuestra era de frustración y decidimos que no volverá a pasar. Y como tenemos la autoestima poco acostumbrada a grandes retos, pillamos lo que tenemos más a mano para subir el ánimo, el ego. Ese ente facilón que ocupa su lugar, a menudo, y que se hincha hasta reventar y lo salpica todo.

Un gran ego es fruto de una autoestima mínima o de una inconsciencia máxima sobre todo lo que nos rodea. Nos lleva a pasar de creernos una mota de polvo a un océano . Y no somos ninguna de las dos cosas.

El ego pisa, la autoestima comparte, difunde, tiende de la mano. El ego corta raíces y se dedica a ir levantando muros a los que le rodean para que no lleguen a la meta, porque tiene tanto miedo de medirse con ellos que no soporta tenerlos a su lado… Y cuando lo hace es por inconsciencia.

La autoestima es valiente, el ego temerario. La autoestima te permite ayudar a otros porque no los considera rivales sino compañeros, porque les quiere en la misma carrera para aprender de ellos. No teme que demuestren en algunos aspectos ser mejores porque lo asume, porque sabe que va quererse igual y será un estímulo para crecer.

La autoestima valora el esfuerzo tanto como el resultado. El ego justifica todos los medios porque quiere la foto, la gloria, aunque sea pintada, aunque sea falsa y pertenezca a otro. La autoestima nunca plagia, ni roba, ni destruye. Crea, engendra, ama. Comparte su brillo alrededor sin escatimar. El ego se bebe lo que queda en las copas de sus invitados y les obliga a traer un vino caro para sentarse a la mesa. La autoestima monta una fiesta y nunca regatea.

El ego araña, la autoestima acaricia.

El ego manda, la autoestima lidera.

El ego es solitario, la autoestima solidaria y empática.

La autoestima busca el respeto en los demás. El ego desea infundir miedo para controlarles.

La autoestima se acepta y acepta a los que la rodean. El ego ni siquiera se mira a la cara porque no soporta sus contradicciones y usa a los demás como fichas que mover en un tablero y conseguir ganar una partida que ya tiene perdida de antemano. El ego pierde siempre porque no sabe lo que busca. La autoestima gana incluso cuando pierde porque no busca gloria. El ego es insaciable.

Una crea. Otro devora, destruye. El ego grita. La autoestima explica, susurra, canta. A veces, cuando decidimos cambiar, optamos por lo fácil. Hinchar un ego es como hinchar un globo. Aprender a quererse, aceptarse y desear ser mejor cada día es una carrera de fondo que nunca acaba y no admite despistes. Es demasiado fácil pisar y ponerse por encima de los demás, lo realmente complicado caminar a su lado y compartir… No necesitamos demostrar nada, sólo ser nosotros mismos. Acumulemos cariño, no rabia. Perdamos la memoria y encerremos al ego en el armario. Puestos a cambiar, no nos quedemos a medias, aspiremos a lo máximo, subamos el listón y seamos humildes.

 

Autor: merce roura

Amo la imprudencia de mis palabras...

31 pensamientos en “Encerrar al ego en el armario

  1. Que bueno saber que existen personas como tu, talentosas y que nos abren la mente a cosas que están pero que no percibimos por mil razones, nos empujas a detenernos a meditar y querer cambiar para mejorar nosotros y nuestro entorno…GRACIAS

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  2. Excelente Mercé, vaya trabajazo. Me encantan hasta los comentarios. Mucha gente confunde el ego con la autoestima y como bien comentas, mientras la autoestima es saludable y nos da paz, el ego es guerrero, vanidoso , nos altera y nos puede llegar a enfermar. Aceptarse en la totalidad en lo que nos gusta y en lo que no nos gusta) y aceptar a los demás, como imperfectos y humanos que somos es el trabajo previo a todo Autoconocimiento. Como dicen los budistas, «Acéptate y observa». Me encanta lo de encerrar al ego en el armario. En la alacena lo encerraría yo junto al vinagre.

    Mil besos

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  3. El ego es tension, no es una entidad, no existe en el vacio. Freud y CGJung hablaban del yo no del ego. Nunca dijeron superego sino superyo. Sin conflicto, sin problemas el yo no existe, son necesarios como la sombra a la luz. Sin luz no hay sombra, sin tension y conflicto no hay ego. Tu eres el creador.

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    • Arthur, una aclaración. C. Jung habló mucho del Yo, del ego, de las luces y de las sombras en varios trabajos ; aunque se extiende a fondo sobre estos asuntos en «Recuerdos, sueños y pensamientos», Ed. Seix Barral, Barcelona, 1986 (la traducción) y en «el hombre y sus símbolos», Caralt, Barcelona, 1981 (la traducción). Resumiendo; el súper yo, el ego, la luz y las sombras serían partes del Yo. La luz sería todo aquello que nos es consciente, el ego es la parte ideal del yo ( intransigente y defensor de nuestra estructura), la sombra es únicamente lo opuesto al yo (aflora pocas veces a la conciencia). Jung decía que la sombra contiene un 90 por ciento de oro puro, porque lo que se ha reprimido encierra una tremenda cantidad de energía y contiene un gran potencial positivo (pero que no aceptamos por el trabajo que hace el ego). Decía Jung que la sombra es la negativa del ego a comprender y aceptar la totalidad de nuestra personalidad. Por tanto, la sombra no sería el mal ( sólo es aquello que no aceptamos) y l origen del mal estaría en esa intransigencia del ego.

      Un abrazo

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      • Gracias Jose Luis, un punto de vista interesante, aunque deberiamos entender cada uno lo que el otro entiende por ego. CGJung al final de su vida dijo : Curo a personas pero aun muy bien no se que es esto.. (Frase no literal …) Gracias, todo suma, mas tu acertado comentario.

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  4. El ego es una tension. En el vacio no existe. Sin conflicto no puede existir y contra mayor sea este mas ego hay. Haz que despararezca el conflicto y el ego dejara de existir, solo esta en los problemas que tu mente crea. Tu eres el creador.Tu eres la tension.

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  5. Me resulta interesantísimo leer un escrito excelente que intenta un interjuego del ego y la autoestima. Sabiendo que ambos (desde lo freudiano) son sujetos del inconsciente. Aquí la propuesta es la modificación de la conducta profundizando el concepto de autoestima como valor, visto desde la Psicología positiva. Seguimos quebrando paradigmas!!! Muy bueno!!!

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  6. Pingback: Encerrar al ego en el armario … (de Mercé Roura) | Las Cosas de Enrique #etarrago en Wordpress

  7. magnífico, como siempre, Mercé. Hoy me quedo con las primeras líneas: «Cuántas veces nos hemos sentido tan pisados que cuando decidimos que ya no vamos a permitir que jueguen más con nosotros, experimentamos el efecto contrario y nos convertimos en aquello que detestamos»

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  8. Que razón tienes en tus palabras Merce.
    Siempre es mejor atender a nuestra autoestima que a nuestro ego, nos permite ser más felices y estar más abiertos a nuevas perspectivas y, al mismo tiempo, nos dejamos acompañar en vez de espantar a aquellas personas que se acerquen a nosotros.

    Enhorabuena Merce, haces un gran trabajo con tus artículos.

    Un abrazo 😉

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  9. Muy buen articulo , la forma de pasar este precioso mensaje es excelente , y los continuos ejemplos de cosas sencillas para ver reflejado el ego y la autoestima me parecen geniales. Gracias por escribirlo

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  10. «Aprender a quererse, aceptarse y desear ser mejor cada día… » Un currazo necesario si queremos «solo ser nosotros mismos»
    Para mí lo ideal es ser tú mismo pensando en los demás. Me ha encantado meter contigo el ego un rato en el armario…

    Me parece que no te he dejado nunca un comentario, con lo que me gusta tu blog… Un abrazo Mercè ;))

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  11. «La autoestima es valiente ,el ego temerario»…frase completa para impulsar a la lucha,con uno mismo y con el entorno..para fomentar la convivencia…Merce..eres única abriendo mentes,educando personalidades,creando empatias..y todo gracias a ese des granar lo importante, la frase que condensa todo..haciendo que cada grano sea una una frase pedagógica..es en posible dejar de seguirte:me perdería ser HUMANO

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  12. Me encanta leerte Mercé, no dejes nunca de escribir, por tus lectores 😉

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  13. Muy movilizante en lo interno como todos tus textos. Me venía leyendote el triangulo que tanto vivimos y alternamos desde el ego: Victima, verdugo, salvador. Un rato te salvo a ti como victima, pero como tu te enfadas, yo ahora soy victima, etc etc. Y me venía que esta muy bien encerrar el ego en el armario, pero mirandolo de vez en cuando y conociendo bien su pasta y sus movimientos como tu muy bien expresas escribiendo. Conocerlo desde nuestra esencia y autoestima, para que desde el amor propio y la compasión autentica, nuestros impulsos y emociones sanen (y puedan salir tal vez del armario). Hay mucho dolor en nuestro ego… a veces toca armario y a veces toca acogerlo como un niño y acunarlo en su confusión y tristeza…

    Gracias! Me siento desde tu sentir. Un abrazo Merce!

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  14. Precioso Merce. Lo has bordado!!! Gracias.

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  15. Mercè, me ha encantado -como siempre- leerte. ¡Felicidades!

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  16. » No necesitamos demostrar nada, sólo ser nosotros mismos»…
    eres fantástica! Qué afortunada soy por haberte «encontrado» y poder disfrutar de tus palabras y pensamientos. .. gracias por compartir !!

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