merceroura

la rebelión de las palabras

A soñar también se aprende

19 comentarios


face-2681299_640

He escrito muchas veces sobre sueños. De toda clase. Sueños tan grandes que apenas nos atrevemos a nombrar en voz alta porque nos parecen una osadía siendo nosotros tan diminutos… Sueños que permanecen escritos en un papel de nuestra memoria desde siempre, desde que tenemos el primer recuerdo de la infancia. Algunos parecen inalcanzables, imposibles… Sueños prestados, sueños de esos que revisas detenidamente  y te das cuenta de que ya te van pequeños, que se te quedan cortos y han perdido brillo… Te ruborizan, te escandalizan. Soñar, esa necesidad que nos mueve y hace levantar imperiosamente de la poltrona y acabar cambiando el rumbo de nuestra vida. Aquello que nos hace capaces de hacer el ridículo y descubrir que lo ridículo sería no dar la cara por lo que crees y deseas con ansia.

Hay sueños a medida. Extraños como nosotros mismos. Dibujados a nuestra imagen y semejanza. Sueños trazados una tarde de insatisfacción con el único permiso de la lluvia y la necesidad de superar las horas con algo en el pecho que nos ayude a no desmoronarnos. Promesas a fuego hechas con nosotros mismos para superar el mareo. Sueños pasados por el tamiz de una mirada infantil, que con el paso de los días pierden brillo pero no ternura. Sueños contra todo. Contra la angustia, contra el recelo, contra miradas inquisitivas… A veces no soñamos lo que realmente deseamos sino lo que creemos que deberíamos soñar. Lo que estaría bien poner en nuestro epitafio. Otras veces, parece que usemos nuestros sueños para vengarnos de la vida, para soltar la rabia acumulada y decirle al mundo que nos observa con ojos necios que podemos, que qué se ha creído, que ahí vamos… Muchas veces soñamos para demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de conseguir algo que nadie nos ha dicho que nos estuviera vetado… Salvo nosotros mismos. Soñamos mal si no nos mueve la ilusión sino la desesperación, el desamparo, el miedo, la codicia… Y muy a menudo, conseguimos lo que queremos, lo que buscamos y tanto anhelamos, si luchamos intensamente… Los sueños se alcanzan si pones empeño, es de manual… Y luego, nada hay más desolador que agarrarse al un sueño desteñido, un sueño que al tocarlo se derrite, se desvanece. Lo miras y te das cuenta de que era cartón piedra, castillo de arena, espejismo esculpido en una tarde desesperada por demostrar que existes, que mereces, que puedes brillar… Un sueño ocre, rancio, desgastado, caduco… La vida es ironía pura.

A veces he tenido la sensación de que no hay sueño válido si desearlo no nos hace mejores, no nos hace vibrar y nos recuerda que, aunque no lo consigamos, nuestro camino ha sido útil, ha sido valioso. Ahora veo que no, que todo lo que nos astilla y revoluciona por dentro nos sirve, nos madura, nos sazona y pone en el punto de seguir adelante y no dejar de buscar. He pensado mucho en los sueños. He vivido gracias a ellos y al aliento que proporcionan cuando todo alrededor se tiñe de negro. En lo necesarios que son y en como si nos obsesionamos con ellos podemos llegar a perder el norte y creer que sin ellos no somos, no valemos, no tiene sentido nada. Son sueños, material esencial de nuestra vida, sí, pero no solo ellos nos definen, nos definimos nosotros. Las ganas que le ponemos a la vida a pesar del cansancio y los obstáculos. El camino andado hasta tocarlos. El viaje para encontrarlos que culmina en nada pero que lo es todo.

Los sueños pueden cambiarse y modificarse. Puede redefinirse y acabar siendo totalmente indeseables… Y no por ello han sido inútiles, nos sirven de aprendizaje. A soñar también se aprende, como a vivir. A veces, salimos en busca de la respuesta a un enigma y no la encontramos, pero por el camino topamos con grandes compañeros de viaje y válidas respuestas a otros acertijos que nos preocupaban. Ese era el fin de nuestro sueño. Un sueño que nació para no llevarse a cabo y hacernos pasar por una senda distinta que jamás hubiéramos pisado de no ser por él.

En ocasiones, debemos luchar contra la adversidad para superarla y otras la moraleja que nos reserva la vida es aprender a sobrellevarla. Hay quién no puede andar y acabará siendo el más rápido en la carrera y quién sin poder andar acabará asumiéndolo con asertividad  y convirtiéndose en un gran escritor, de tanto observar… Hay quién cruzará el océano para llegar al otro lado del mundo y quién se quedará en orilla y aprenderá a pescar. Ninguno se equivoca.

A veces soñamos mal, creo. Aunque también me doy cuenta de que no importa. Tal vez soñar mal sea necesario. Tanto como soñar bien y no desistir e ilusionarse una y otra vez. No vale la pena dejarlo por más muros que te asalten y más sueños que se desvanezcan en tus manos. Lo dicho, a soñar también se aprende…

Autor: merce roura

Amo la imprudencia de mis palabras...

19 pensamientos en “A soñar también se aprende

  1. Sueño es vida, sueño sin acción se queda en sueño, sueño sin Amor no tiene valor.
    Por

    Me gusta

  2. No se quien decía,creo que freud o jung,alguno de los «terapeutas mentales» ,que son nuestros deseos íntimos que no nos atrevemos a contar a todos…por eso tenemos buenos y malos,por eso creo,nos sentimos mas realizados,exultantes,cuando alguno de ellos se hace realidad=creíamos que no eramos capaces de conseguirlo y lo hemos hecho..es una subida de autoestima…pero como bien dices,los malos,pesadillaslrs llaman,también son expresión de nuestros temores mas internos..y esos tb nos hacen crecer como personas cuando despiertos los superamos…hermoso blog,Merce ,aunque creo que tu no querías darle este toque tan..».metafisico»?

    Me gusta

  3. Imprescindible soñar, Mercé, tanto como respirar, beber, amar o … sentir.

    Me gusta

  4. Me ha gustado particularmente ese párrafo en que subrayas que no sólo los sueños nos definen, que nos definimos nosotros con las ganas que ponemos y el camino que andamos.
    Interesante metáfora ésta de los sueños, tiene muchos adeptos incondicionales; sin embargo, yo la miro de reojo. No digo que no esté bien soñar. Lo que pasa es que, como metáfora, me gusta más la de despertar y ponerse a la tarea, a hacer lo necesario en la dirección adecuada.
    Porque si no ponemos ganas y andamos el camino, la única información que proporciona un sueño… es que estamos dormidos.
    ¿Irá por ahí tu propuesta de aprender a soñar?
    «No vale la pena dejarlo por más muros que te asalten y más sueños que se desvanezcan en tus manos».
    Mercè, ¡qué bien lo dices!

    Me gusta

    • Cierto, soñar es necesario, mucho. Lo que pasa es que a veces no soñamos cosas que nos vayan a beneficiar. Tenemos que aprender a hacerlo. A veces, por ejemplo, nos encontramos soñando ser mejores pero no por nosotros mismos, ni por sentirnos realizados y sentirnos «más personas» sinó por vernos mejor ante los ojos de alguien, para que nos acepte… Ese sueño no nos hace bien, no puede denigrar… Sin embargo, no debemos avergonzarnos de ese sueño, tal vez ha existido para que precisamente nos demos cuenta de que era una estupidez y descubramos que tenemos dignidad por si no lo sabíamos. Hay sueños contra los que tenemos que topar. No somos nuestros sueños, nos podemos equivocar soñando… Hay que poner a los sueños a prueba, a ver si pasan la criba… No somos nuestros sueños, pero sí somos lo que aprendemos por el camino intentando conseguirlos, lo que aprendemos. Nuestros maravillosos errores. Somos lo que resulta del esfuerzo…
      Un mal sueño nos puede llevar a descubrir otro acertado, maravilloso, que nos cambie la vida… Y para ello era necesario el sueño cutre, el sueño equivocado, que el final no era un sueño, era un peldaño… No era equivocado, no era un paso atrás, era un bache en el camino para hacermos más fuertes.

      Gracias, un beso 🙂

      Me gusta

  5. Que buen post y que gran lección la de que a veces soñamos mal, pero aunque sea así no importa. Lo importante es soñar y corregir para llegar allá donde deseamos.

    Un abrazo Merce.

    Me gusta

  6. Espléndido artículo, Mercé, muy inspirador. Hay momentos en la vida en los que los sueños parecen perder sentido… reina la desilusión y el desconcierto… pero creo que es importante retomar el camino de los sueños cuanto antes, aunque a veces incluso, haya que obligarse.

    Me gusta

  7. Me encanta tu forma de escribir, gracias por tanto que nos enseńaa y por tu manera de contarnos lo que en realidad debería estar sucediendo. Sólo con tus relatos estoy muy a gusto. Es un placer. Ysi antes no nos leemos te deseo. ¡Feliz Navidad!!

    Me gusta

  8. Pingback: A soñar también se aprende | Maki...

  9. Bo, boníssim! :-))) el compartim!

    Me gusta

Deja un comentario